23 de octubre de 2008

Así son las cosas...


Ya estoy harto de avergonzarme y harto de preguntas indiscretas, y harto de tener que pedir perdón por actuar como lo hago. Y cansado de que hasta a mis hermanos les de palo hablar de lo que me pasó este verano. Esto es todo lo que me pasó -y lo que me pasó por la cabeza en el momento-. Aseguro que no es ficción aunque esté narrado como tal, defectos de la profesión.Estoy bien, gracias, todo pasó hace más de 3 meses y he recuperado casi todo lo que tenía que recuperar... o casi todo.
10 de julio: me despierto con una sensación extraña, como de mareo, solo que yo mientras estoy tumbado nunca me mareo. Siento un brazo bajo la espalda. ¿Tengo tres brazos?, es lo primero que pienso, pero lo que se dice sentir, sólo siento el derecho y con éste me palpo lo que tengo bajo la espalda: reconozco dedos, dedos humanos y una mano y un brazo que han de ser míos aunque no los siento. Todo sigue a oscuras. Debido al mareo no llego a abrir la persiana, difícilmente a abrir la puerta justo a mi izquierda o encender la luz. La enciendo: hay dos brazos, aunque uno está dormido pero debe ser el mío. Me pongo en pie más tranquilo, abro la puerta, quiero ir al servicio que tengo justo delante, pero las piernas se cruzan torpemente y el cuerpo se deja caer de lado como ayudado por un peso adicional (quién me pone la pierna encima para que no levante cabeza?). BADABÚM. La caída es antológica, tiembla toda la planta. Yo también tiemblo desde el suelo y me asusto. Que venga alguien, que se despierte la familia. Intento incorporarme sobre los codos, pero el izquierdo no coopera. Me golpeo la cabeza con la puerta, que a su vez golpea la pared. Ruido escandaloso, ruido entrometido… y again: PLOF= cabeza-puerta-pared.
Llega la madre y le siguen los hermanos (a coro): qu’est-ce qui se passe? Intento hacerme entender, pero me cuesta hablar. No es por el idioma, es la lengua, la boca no me responde bien. Me duele la cabeza. No entiendo nada. Me llevan en brazos y en pijama al coche, de ahí al médico. Comienza la traca de reconocimientos, hacer muecas, responder preguntas y apretar manos, levantar y bajar piernas y brazos, etcétera. No diagnostican nada grave, tal vez migraña, de modo que me mandan de vuelta a casa, donde me acuesto hasta que llega mi madre francesa con galletas y cerezas para que coma algo, y es entonces cuando me doy cuenta por primera vez de lo que me pasa: no puedo masticar si no me ayudo empujando la mandíbula con la mano, y la comida se me cae por la comisura izquierda de la boca; me cuesta trabajo tragar, y el maldito dolor de cabeza… entonces me percato de que puedo estar sufriendo una hemiplejia izquierda. Los síntomas cuadran, segundo momento de miedo. Al rato llega uno de los hijos y veo que estoy peor, él también lo ve y propone llamar al médico. Intento contactar por Messenger con MJ, mi amiga-doctora-cuentacuentos (¡esta chica lo tiene todo!) y le digo, con gran esfuerzo y dedos torpes como morcillas: creo que me ha dado un infarto cerebral. Me pide que le ponga la cam para hacer reconocimiento visual, pero Internet no funciona muy allá…. No sé si al final consigue ver algo o no, porque todo se vuelve confuso. Llegan los paramédicos con una silla de ruedas, me echo un albornoz sobre el pijama —hace frío, es el norte de Francia— y empieza a sonar el teléfono: mi madre. Lo cojo y estoy convencido de que le dije: Mamá, estoy malo. Creo que me ha dado lo mismo que les daba a los abuelos, porque me duele la cabeza y tengo una pierna un brazo dormidos. Ella entendió: Blblblbllllnjkbjhghcvgj… enfermedad de los abuelos ….brbrbbrbbrbr…..ñas. Le paso con la madre, que le dije: Jose… malo… médico… ambulancia…. Hospital. A mi madre le dan los mil ataques, haceos una idea…. A mí no se me ocurre qué más puedo hacer, quiero pensar en alguien con quien contactar, pero no pensaba nada con claridad. Más tarde me he enterado de que también hablé con mi hermano, hecho que tenía completamente olvidado… y juro que intenté pedir auxilio de algún modo, pero en esa situación me era imposible.
Mejor sigo otro día, que escribir me agota…
En el hospital, tras media hora de ambulancia y una ciudad de por medio, me hicieron pruebas y nuevos reconocimientos: que no fumo, no bebo, no consumo droga, no, tampoco cocaína!!! (manda huevos). Mi familia francesa me había seguido en coche hasta el hospital de Rennes, y yo entonces no era consciente de que ya no volvería a la casa donde había vivido tan bien durante una semana. TAC, resonancia, ecocardiograma intraesofágico (sí, tan malo como suena). Me ingresan y me explican, todo en francés —cómo si no— que un coágulo en la sangre me ha llegado a la derecha del cerebro provocándome lo que comúnmente conocemos como infarto cerebral con la subsecuente hemiplejia izquierda. Me despierto al día siguiente totalmente desorientado, con oxígeno y suero enganchados a mí y veo a mis padres llegar por la puerta: su odisea bien merecería 3 emails más, aunque por lo pronto nos centramos de nuevo en mí, perdido del todo con un único pensamiento en la cabeza: ¿y mi teléfono móvil? ¿y mis cosas? ¿y todo lo que dejé en el dormitorio, todo lo que no llegué a recoger? ¿qué pasará con los niños si yo era el monitor? Poco a poco conseguí centrarme un poco, saber el día en que vivía y lo que sucedía. 24 horas habían pasado desde que me ingresaron, y el dolor de cabeza persistía con la misma intensidad. No he soportado más dolor en mi vida, y además durante varios días seguidos. Las cosas se calman paulatinamente, mis padres se van a descansar a casa de mi familia de acogida. Por cierto, ¿sabéis lo primero que les dije a los médicos en cuanto llegué al hospital? S’il vous plaît, vous pouvez me couper me la tête? Por favor, ¿me pueden cortar la cabeza? Se trata de una de mis temidas respuestas, no perder el sentido el humor por nada en el mundo.
Bueno, por casi nada. Estuve en el hospital de Rennes del 10 al 23 de julio con mi madre en el sillón de al lado, ya que mi padre tuvo que volver antes por problemas con el seguro y tal… y la peor pesadilla de cualquier joven es pasar mucho tiempo a solas con su madre, más aún cuando no hay escapatoria posible. Mi madre ha desarrollado una dependencia de su hijo que lo flipas, es algo sobrenatural. Si pudiera, se encadenaría a mí. Nunca había percibido con tanta claridad el salto generacional; gracias a dios, los primeros días el dolor de cabeza me ayudaba a abstraerme, jajajaja. Pues nada, casi dos semanas en una cama de hospital comiendo comida de hospital y teniendo por compañeros de habitación a mi madre o enfermos franceses —creo que uno de ellos murió… DEP—. Una fiesta, vamos. Por si fuera poco, mis mejores amigos estaban dispersos por medio mundo (y esto no es exageración: Norteamérica y Europa son medio mundo ¬¬)y no había manera de contactar con ellos directamente. Ahora que caigo, tenía más cosas en mente. Ante todo, he de decir que hay circunstancias en las que los pensamientos se convierten en obsesiones, como era el caso. Hice que un día mi madre me llevara el ordenador por si podía pillar Internet, y ya intenté comenzar esta carta, pero por entonces se me hacía imposible escribir y estaba sin Internet…
Otra obsesión de la que me siento especialmente contento y orgulloso es la de: el cumpleaños de María fue el domingo y no la he felicitado. Más o menos todos habréis oído de la escuela de verano para escritores noveles que organiza el Pacto (PAPEL), a cuyas dos primeras ediciones asistí, y da la casualidad de que este año coincidió con mi estancia en Francia y que María, la del cumpleaños, estaba allí como alumna. La llamó mi madre a petición mía y le contó lo que había pasado. Naturalmente, todos los demás también se enteraron, entre ellos la directora de PAPEL y Lorenzo Silva, yeah! Pude hablar con la mayoría una noche, cuando mi madre ya se había ido y nos habían apagado la luz de la habitación. No me he sentido tan querido nunca, aun a sabiendas de que estábamos a miles de kilómetros y quién sabe cuántos días. Creo que ése fue el mayor contraste de sentirme tan solo en muchas ocasiones, sobre todo de noche, noches de nervios e insomnio, a ese momento en que intenté hacer un hueco en la mente de la escuela, un hueco que se prolonga hasta ahora. Menudo susto y menuda putada, soy un cortarrollos, pero gracias mil veces más, escritores, Mollina y todo lo que os rodea.
Otra obsesión, los niños que estaban a “mi cargo” en Francia, porque no podía ni avisar a uno para contarles la situación.
Casi enfermizo lo de pensar en cuánto necesitaba contar lo que me pasaba a todos los que ahora leéis este correo. Ha tenido que pasar un mes, dos meses, casi nada… es asqueroso hasta qué punto necesitamos Internet cuando nos tienen cinco días desconectados. En cierto modo es como si dejáramos de existir.
Pensaba a diario que había que llamar a MJ, que la pobre las últimas noticias que tuvo sobre mí habían sido por Messenger, aunque no demasiado alentadoras. Y en el cine, en los estrenos que me estaría perdiendo, en todo lo que no estaba haciendo y tenía que hacer.
No tienen desperdicio todas mis caídas en los primeros días, para ponerles música de Benny Hill y enviarlo a un Videos, videos. Me levanto en mitad de la noche, se me cruzan las piernas, me falla la izquierda y… ¡segunda hostia! Ni alertar a los enfermeros nos hizo falta con la fuerza del golpe. Me dejan unos minutos en el servicio para peinarme, me levanto y ZAS, no en toda la boca pero sí contra toda la puerta corredera.
Volvamos a lo serio. Comencé con la fisioterapia o réeducation a los dos días del infarto. Era tan difícil y la fisio ponía tanta cara de alegría que me daban ganas de llorar. Es frustrante ordenar al cerebro algo y no poder ni coger un botón entre los dedos. Así se sucedieron dos interminables semanas en un hospital francés del que aún recuerdo el cartel de la ventana: ne rien jeter par la fenêtre, danger pour les personnes passant à proximité du batîment. Mi madre que venía todos los días; mi padre también hasta que volvió a España por problemas con la aseguradora, porque ésa es otra. Es imposible poner de acuerdo a dos hospitales y una aseguradora que no se entienden, y nosotros como elemento de unión. Porque, por si fuera poco, en el hospital personne ne hablaba español, es decir, durante las dos semanas ingresado en Rennes, yo tuve que hacer de intérprete para mí, para los médicos-enfermeras, mi familia y mi familia de acogida, y a veces con la aseguradora por teléfono…. Con la continua jaqueca y todo. EL día antes de volver a España subí y bajé escaleras por primera vez, y el 23 me llevaron en ambulancia al aeropuerto de Rennes, donde esperaba un avión clínico, pequeño, para mi madre y yo, un equipo médico y los pilotos. Me llevaron a Granada, del aeropuerto al hospital, y yo aún pensando en francés. Mi familia estaba allí a la espera de ver al enfermo y su evolución. Nada más llegar me ponen en observación, donde doy fe del sentido del humor de las enfermeras granadinas (y no es irónico) así como de comida de verdad. Luego me subieron a planta a una habitación sin aire acondicionado, entre dos octogenarios más pal otro barrio que pa éste, glups. Tras una semana me dan permiso de fin de semana, cuando fui a casa de mis tíos a las afueras de Granada y recibí la visita de varios amigos. El lunes volví, ya a otra planta junto a un hombre de treinta y tantos, y allí pasé dos semanas más de intensa rehabilitación y decenas de visitas, la mayoría de familiares y vecinos de Bélmez a los que ni siquiera conozco.Mi madre se ocupó de la centralita mientras tanto, y yo recuperé mi olvidado dolor de cabeza, que regresó hasta este momento. No se me ha ido la jaqueca aún, va y viene como una mala marea. Total, que con muchas ganas y medicamentos me dieron de alta el 7 de agosto, dos días antes de mi cumpleaños, aunque el 8 me dio un bajón de tensión por la medicación y tuve un divertido episodio de visión doble e ingreso en urgencias hasta que logré irme a casa. Se puede decir que llegué a casa y a mi pueblo extrañado, porque la última vez que los dejé lo hacía con la ilusión y nervios de una posible aventura en Francia, y ahora todo cobraba otro cariz. La esperanza de hacer una fiesta de cumpleaños se vio frustrada como el resto del día hasta convertirse en el cumpleaños más deprimente de la historia. No es quejarme por quejarme, pero se supone que una vez al año tengo algo que celebrar y esa mierda de coágulo lo habían revuelto todo, por mucho que me dijeran en el pueblo a poquito a poco (sic), si tú eres joven y eso no ha sido na, etc. Porque eso de que no ha sido na no se lo cree ni el Tato, y paciencia, pues estoy hecho un santo. Pero de ahí a que mi madre crea que me voy a romper al menor descuido, hay un trecho. Yo lo que ahora quiero, tras un verano aburrido y deprimente, extraño como ninguno, es volver a Granada y allí rehacer mi vida sin complicaciones de ningún tipo, sin presión salvo la que yo me quiera poner, pero ante todo con tranquilidad. Sólo me queda desde aquí agradecer las llamadas, mensajes, visitas (sorpresa o no) o cualquier muestra de preocupación y mi deseo de que nunca tengáis que vivir una experiencia como ésta que, inevitablemente, cambiará vuestra forma de ser y de plantearos la vida.
En definitiva, una mala experiencia, 5 semanas hospitalizado, tratamiento y seguimiento en estos meses, jaqueca irreversible, aún no saben qué tengo, sólo hay hipótesis, ya estoy mejor, la vida sigue y yo ya la hago medianamente con normalidad, ya he vuelto a leer y a escribir. Tres meses después, aún sigo con el dolor de cabeza. Wish me good luck.

6 comentarios:

  1. http://anabeleita.es/blog/?p=148

    Te dejo una sonrisa, que son gratis (y aunque no lo fueran)y me apetece :)

    PD:zumbame cuando me veas por msn, a modo de "Ana, deja de hacer tontunas y ponte a dibujar!! (en serio)

    muaks, rubio!!

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  2. Gracias por contarnos, y suerte ;)
    A.

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  3. Otra sonrisa más :)

    di que sí cohone! Un abrazo fuerte

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  4. Recuerdo de hablar con mj el día que pasó todo, recuerdo el mal cuerpo que tenía ella y los siete males que le dieron cuando tu madre la llamó. Me alegra que ya estes mucho mejor. Mucho ánimo. Abrazo

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  5. Hola! Hace mucho tiempo que no te hago una visita, y cuando vengo me encuentro con esto! Vaya! Me has dejado temblando. Espero que estés mejor, y que encuentren una respuesta lo antes posible. Sólo puedo desearte que tengas mucho ánimo y adelante, que como tú bien dices, la vida sigue! Un abrazo

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  6. Se me había pasado esta entrada... good luck! you deserve good luck!

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