7 de abril de 2011

Dejé que los calzoncillos se deslizaran y me mostré. Mostré mi polla al mundo, o al menos a cuantos estaban en la habitación.
Perdimos pronto el decoro, el pudor. Estábamos ahí todos: seis tíos desnudos frente a nuestra fotógrafa que, en solidaridad con nosotros, lucía su pecho imperfecto con perfecta dignidad.
La idea era hacer, siguiendo la estela del número de la Mujer, un posado masculino para ilustrar la revista. No obstante, por eso de hacer algo distinto, decidimos probar con nuestros cuerpos. Lía repasó nuestros cuerpos centímetro a centímetro e hizo fotos de nuestros lunares, nuestros músculos, nuestro vello, nuestros huecos, los desagües... Desgraciadamente, nos enamoramos los unos de los otros y pasamos horas enteras así, desnudos, observándonos y tocándonos; escogimos a qué cuerpos iban mejor en blanco y negro, cuáles requerían contraste, cuáles ser difuminados...
Fue nuestro mejor número. No pasamos la censura.

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