Me has evitado

Me vienes tan bien.

Llevo tiempo dando vueltas a esta historia de amor de ultratumba, de amor fantasmal, de amor zombie que no cesa en los siglos que separan a los dos. No hace falta mirar más lejos, basta con mirar más cerca. Si en cada encuentro me salen tres canas nuevas (y no las he contado, pero estoy seguro), si a cada encuentro me da un miedo en el pecho que me deja helado, si a cada vez que nos topamos cada vez peor, si cada vez que eso mis ojos se convierten más en sumidero. Sólo somos injustos de verdad cuando sabemos que el amor no pasará factura, pero es que lo nuestro es un talonario en blanco.

No es que nada, no es que todo, es que te veo más ente. Te veo y eres menos gitana y más Victoria y menos Helena y menos salvaje. Pero yo te quería salvaje. Y es que yo no sé que hay fieras más fieras que esconden la zarpa entre pelo mullido. No tienes tez de sirena ni negro pelo calé. Y con todo eres fiera y amazona y mujer lobo y fiera irredenta. Y eso es lo que me gusta de ti, con tu disfraz de medusa y tu cuerpo de  ninfa y tu cara de niña traviesa. Cuánto dolor he visto en tu cara. Ni un ápice de amor, ni un ápice de humor. Una broma infinita a quienes osan reír, a quienes osan cantar, a quienes osan besar.

Y con todo tú me rompes. Vas y me rompes, y me dejas en el suelo y te alejas tan sombra. Y ahí mi brazo y aquí mi pierna y dónde, dónde mi cabeza, y donde mi cabeza el pecho hecho trizas desecho. Y ya no duele, y será la costumbre, y seré gilipollas.

Y serás puta.