26 de diciembre de 2011

2011 (III): personas

Todos los años, entre las metas que me pongo, entran, cómo no, las de desarrollo como ente social, esto es, hacer amigos, mantener amigos, conocer gente, entablar relaciones, investigar vidas ajenas, conectar mi vida a la de otros, enamorarme...  este año no tenía grandes esperanzas puestas en la materia, de modo que tampoco me agobiaba. Me considero una persona bastante social, en principio convencido de mi timidez (porque ya se sabe, todos decimos que somos tímidos y reservados), pero no me cuesta hacer amigos. De hecho, tardo muy poco en considerar amigos a la gente que conozco, y en cierto modo soy muy de los amigos de mis amigos son mis amigos, la verdad.
     En cualquier caso, este año lo he tenido muy fácil para conocer gente. De entrada, era la primera vez que aprovechaba los cursos de la UGR sobre cine y animación sociocultural, por ejemplo. Ahí había gente con ganas de hacer cosas, de cambiar el mundo un poquito a mejor, gente que luego se ha cruzado conmigo en mayor o menor medida. Vamos, una idea estupenda la de estos cursos, porque supongo, por experiencias previas, que en toda actividad en que te involucres al final siempre acabas recibiendo mucho más de los compañeros, gente afín a ti, que de los profesores y/o mentores o la propia disciplina en sí: lo interesante son las personas y sus proyectos, y poder dejarse arrastrar por ellos.
     Así, si he hablado de lo poco que me ha aportado el máster de profesorado, no puedo decir lo mismo de la gente. Dentro he redescubierto a gente con la que no había conectado demasiado, y encontrado escritores, profesores de vocación, gente con conciencia política, con conciencia social, sentido del humor... He conocido, por ejemplo, a Ana. Ana es de un pueblo junto a Granada, y uno de los primeros días de clase me senté a su lado sin saber muy bien por qué, tal vez porque no conocía a nadie por ahí. La cuestión es que Ana tiene mucho pavo, como yo, y a los dos nos gusta Nina Simone, la cerveza Guinness y pasar el día perdiendo el tiempo. Como Dios los cría y ellos se juntan, estos dos inútiles acabaron juntos el primer día de clase. Creo que es de lo mejor que me ha pasado en Granada. Luego está David, que es canario, y yo le oía hablar y siempre pensaba que era argentino. De hecho, no fue hasta un día, ya llegado St Patrick's Day, cuando acabamos cenando en una taberna granaína y, hablando de series, descubrí a un tipo fascinante con un excelente gusto musical y una vida digna de descubrir. Son dos ejemplos de gente fascinante, así, por empezar.
     Como decía, la experiencia docente, si podemos llamarla así, me ha ayudado a conocer nueva gente de muchas ciudades, de mundos muy distintos, edades que nada tienen que ver, pero siempre me han aportado algo. Las clases particulares, los alumnos en el instituto, a veces desquiciantes, siempre un reto, las más de las veces agradecidos, una oportunidad para entrar en las mentes adolescentes y no tan adolescentes que tanto me fascinan. Están los chavales de la escuela de verano, de mi pueblo, más niños, sí, pero más agradecidos que nadie, o los chavales del Generalife, y juro que cruzármelos por las calles de Graná o por las redes sociales sigue siendo la mar de divertido.
     Pero supongo que la parte gorda ha sido Madrid, Madrid con sus vecinos, sus becarios, sus compañeros, sus amigos. Cuando fui la primera vez a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, lo hice solo. Fui a pie desde el piso de mi amiga Belén. El siguiente viaje, fue para quedarme. Llegué el último, cuando todos estaban instalados, y subí solo a mi habitación. Era mi habitación. Viviría ahí un año. Al rato, pasó Leticia, y salí a presentarme. Al poco fueron llegando todos, nos conocimos poco a poco, primero unos, luego otros, superamos las primeras impresiones. 
     Así conocí a María y a Pedro, que se iban para quedarse, o a Alberto, que pretende estudiar la forma del Universo desde las matemáticas, decidme si eso no es poesía, y a Roberto, que estaba de visita, viejo amigo de la Residencia antes de irse a Oxford, qué envidia, a Oxford. El otro Roberto, que estudia cine y hace cine y tiene todos los clásicos del mundo y libros raros  que dan ganas de robar cuando aparte la vista. Pamela, que es argentina y lleva ya cuatro años ahí con su tesis, que parece no sonreír pero sí que es divertida aunque estudie dictaduras. Está Irene, que es un ciclón imparable y se fue a Chile para no revolver de todo nuestras vidas y a seguir con sus cosas de bióloga que ama tanto tanto la vida. Está Carlos, el otro escritor, el escritor bueno de la Resi, que cosecha premios e ideas grandes para sus obras de teatro, porque él sí sabe construir a sus personajes y hacerlos humanos, y te desmonta en un plis una comedia de Billy Wilder y se me queda mirando y se ríe, pero lo hace con ternura. O Antonio, que es de Málaga y ha vivido más que nosotros porque es mayor, pero también porque lleva años aventurándose en el desconocido mundo del arte, y es profesor y es creador y es buena gente. Está Esther, que no se me olvide, que es la chica más divertida y un cerebrito y ya la estoy echando de menos, y eso que es de ciencias; o Elena, también de ciencias, que es muy divertida y sale en plan loba y le gusta la cerveza y me debe dinero y baila y baila y es muy, muy divertida aunque no se le ve el pelo porque trabaja a todas horas. Me quedan unos cuantos, como Marta, abogada canaria, tierna, inocente, una maravilla que trata de desenmascarar a los dictadores del mundo y hacer que no escapen de rositas. Leticia, que tiene cara de niña buena porque es una niña buena, pero abre los ojos al mundo y sabe buscar lo que está malito en el mundo para intentar darle la vuelta. Y sé que todo está lleno de soñadores, y ahí tenemos a Julia, que cree en el poder de la gente, Julia que es utópica y distópica, y 15M y risas con la tele británica, y bailarina a todas horas y llamadas a deshoras, que posa aun cuando no le están haciendo fotos. Y Ángel, qué decir de Ángel, que al principio me provocaba reservas, pero he encontrado en él a un perfecto partenaire de lecturas, humor incómodo y nociones de flamenco, porque él es de Teruel pero sabe apreciar a Morente o Tomatito como si hubiera nacido a los pies de la Alhambra, y eso une. Me queda uno, por cercanía, Javi, el último creador, arquitecto, que vive en el cuarto al lado del mío y a veces me despierta cuando infla la Restform, y es un soñador que algún día logrará transformar nuestro pasillo en un patio de vecinas, pero mientras tanto es ese alguien cercano a quien dejar las macetas (aunque el trato no sea óptimo)  y con quien quedarse hasta las tantas trabajando o para montarse un debate en el pasillo sobre lo divino y lo humano, por Javi ha sido de todo, ha sido bombero y ha sido funcionario, y jefe de cocina durante media hora y tiene los amigos más personajes del mundo, y no estaría de más pasar a engrosar esa exclusiva lista.
     Y bueno, creo que con esto ya he hecho un estupendo listado de algunas de las gentecillas que he conocido en 2011, y puedo decir que ha sido un placer vivir esos días de conocernos, de prejuicios, de disputas, de abrazos, de rabietas, de risas, porque si algo he hecho este año, más allá de escribir, ha sido reír con todos ellos, y esta risa no se puede fingir.

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