18 de febrero de 2025

Adília Lopes o el fin del mundo

Ilustração de Marta Nunes / CCA (@martanunesilustra)


31.12.24

Hoy pretendía escribir sobre el fin de año, pero ayer murió Adília
Partamos de un anecdotario de pérdidas: hace 8 años, mientras trabajaba, recuerdo perfectamente que era después de la comida y estaba en la oficina, me enteré de que Harper Lee acababa de morir. Era muy mayor y estaba muy enferma, conocía bastantes detalles de la existencia de la autora de mi novela preferida, y esa certeza la convertía en alguien familiar, más cercano que algunos amigos (sé que es difícil de entender). Sea como sea, recuerdo la garganta apretada y las lágrimas llenándome los ojos, la incomprensión de algún colega, la comprensión de una amiga.
Cuando murió Amy Winehouse, lo recuerdo perfectamente, era verano y estaba de monitor de la escuela de verano de mi pueblo, y ya hacía meses que la cantante de Camden se había convertido en objeto de burla y críticas de muchos medios y gente hambrienta de carnaza. Ese mismo año, durante mis prácticas en un instituto de Granada por el máster de profesorado, recuerdo darle la chapa a mi compañera de prácticas con el vinilo de Back to black que había comprado y hasta de usar "Rehab" para un ejercicio de vocabulario (también que cuando un alumno me preguntó que por qué no había usado algo de Bon Jovi le dije que si acaso era una señora de 60 años, pero esa es otra historia). Volviendo a la tarde de la muerte, estaba en mi dormitorio, sentado en la cama con el portátil sobre el regazo, lo recuerdo vívidamente, era 23 de julio de 2011, y leí la noticia en Jenesaispop o algún medio del estilo, la cuestión es que sentí un trallazo imparable y rompí a llorar. Poco después escribí un cuento a modo de homenaje
La misma congoja sentí hace un par de años cuando me enteré del fallecimiento de Francisco Ibáñez, a quien tanto le debo. Estaba completamente convencido de que entonces en la playa, en nuestro retiro habitual en Foz do Arelho, pero no. Debe ser que en agosto, un mes después de su muerte, mientras me bronceaba al sol, leí algo sobre su libro inconcluso. La cuestión que sentí que se iba alguien muy querido y cercano, a quien tanto le debía.
A veces dejamos de compartir plano con personas que han sido fundamentales en nuestra educación sentimental sin habernos cruzado siquiera con ellas. Su obra reverbera en nuestras vidas y nos moldea, construye lo que y cómo somos. 
Adília Lopes la conocí a través de Francisco, y es uno de los instrumentos que cimentan nuestra vida, como lo fueron A Naifa o Filipa Leal o David Fonseca o Conan Osiris u otras figuras que han dado vida y color a lo nuestro. Pero Adília fue primero, porque era escritora y era huidiza y era algo que compartíamos. Juntos gestionamos su página en Facebook, es decir, llevo una década pendiente de cada movimiento en su vida, cada aparición pública (la única aparición pública que hizo y donde estuvimos en la presentación de uno de sus libros), cada mención en prensa o nueva publicación. Un día incluso me aventuré con Sabina Urraca a su casa para intentar hacerle una visita, conocerla, saber de ella, aunque no abrió la puerta. Por eso su muerte ha supuesto un mazazo en esta casa, donde veneramos sus versos sencillos y divertidos, entre lo naif y lo pop, entre el misterio y la honestidad. Francisco dijo: "Ha muerto Adília" y sentí un temblor, un no puede ser como cuando murió mi amigo Ángel o nos dejó Fernando Marías quizás por lo inesperado. Adília estaba enferma y en el hospital, pero esto sólo había trascendido a sus más íntimos. Su pérdida deja, no obstante, constancia de la altura cultural de su obra, otrora menospreciada y obviada por quienes buscaban hacer burla de una mujer distinta, a veces parecía que sin dobleces. Descansa, querida.
Por eso hoy es mejor no hablar del año que nos deja, sino de Adília que nos deja, de este rosario de pérdidas.

Escrever um poema
é como apanhar um peixe
com as mãos
nunca pesquei assim um peixe
mas posso falar assim
sei que nem tudo o que vem às mãos
é peixe
o peixe debate-se
tenta escapar-se
escapa-se
eu persisto
luto corpo a corpo
com o peixe
ou morremos os dois
ou nos salvamos os dois
tenho de estar atenta
tenho medo de não chegar ao fim
é uma questão de vida ou de morte
quando chego ao fim
descubro que precisei de apanhar o peixe
para me livrar do peixe
livro-me do peixe com o alívio
que não sei dizer


Adília Lopes em 2003 Rui Gaudêncio

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