22 de julio de 2007

La muerte nos vuelve locos


Mi abuelo murió en mi casa.
_____Yo no soy supersticioso, no me acojono fácilmente ni nada de eso. Es más, cuando mi abuelo murió hace poco más de un año, mis tías y mi madre empezaron a actuar de manera extraña, con una actitud frenética que me recordó en parte a La casa de Bernarda Alba. Llevaron a cabo todos los "ritos" o costumbres que se llevan a cabo en los pueblos cuando alguien muere. En cuanto supieron que mi abuelo ya no estaba, todas empezaron a llorar de manera desconsolada, casi aterradora por la fuerza de esos llantos. Yo estaba sentado con mi abuela en otra habitación, y cuando empezó a llorar reprimí las lágrimas como pude, no se me escapó ninguna. Fuerza de voluntad, supongo. Y me mandaron a buscar al médico de guardia. Bajé temblando, crucé la calle y llegué al bloque del médico, llamé, me abrieron y subí, y entonces sólo se me ocurrió decirles lo más estúpido que se te puede ocurrir decir en esos momentos:
_____-Hola, venía para que vengan a mi casa porque creo que mi abuelo se ha muerto. Vivo aquí al lado. -Y ante la cara de circunstancias de los médicos, añadí: -Creo que mi abuelo está muerto, mi madre me ha dicho que los llame para que vengan a verlo.
_____CREO. . Porque lo sabía. Y sabía que tenía que decir: "Acompáñenme, por favor, porque tienen que certificar la muerte de mi abuelo, porque SÉ que está muerto". E incluso en un momento como ése me sentí estúpido por no saber qué decir.
_____Cuando volví a casa me perdí y tuve que cambiar el chip y ponerme contento, riendo, haciendo bromas para entretener a mi prima pequeña (3-4 años). Mientras arriba estaban los médicos intentando calmar a la familia, mientras levantaban a mi abuelo de la cama (tampoco puedo decir el cadáver, ni siquiera el cuerpo) y lo llevaban a otra habitación, mientras lo vestían de negro, mientras preparaban el salón para que lo velaran... yo estaba viendo una cinta de Los lunnies y jugando con mi prima pequeña. Aun así cuando tuve la ocasión no lloré, sino que deambulé por la casa sin rumbo. Cuando el dormitorio donde murió estuvo vacío subí y encontré a mi tía abriendo la ventana, quitando las sábanas y ondeándolas hacia el exterior, como dejándolo salir, y me dijo:
_____-Ahora se va a un sitio mejor, que ha sufrido mucho.
_____Y todo esto entre más llantos y lágrimas. Y yo igual, impasible, serio, como un busto de mármol. Mi hermano Miguel estaba en Granada y llegó al día siguiente. Recuerdo cómo lloraron mis primos, todos mayores, conforme iban llegando. Todo el mundo le contaba a mi hermano lo mismo, lo abrazaban y empezaban a llorar y a gritar palabras de desconsuelo consuelo. Yo le hablé tal y como él me habría hablado en su situación, con toda la serenidad, contándole cómo habían pasado las cosas y se lo tomó con la misma filosofía que yo. Después de todo, era algo que esperábamos. Yo creo que él lloró después en su cuarto, o con el tiempo... pero para él.
_____Al comienzo de esta entrada no pretendía contar todo esto, sino otra cosa que me pasó ayer por la noche. De vez en cuando, cuando subo a la planta alta, que es como independiente de la casa, me digo: "¿y si se me apareciera mi abuelo?". Porque fue en esa planta donde se fue. Pues bien, ayer entré en el dormitorio a buscar algo con ese pensamiento tan banal y momentáneo cuando vi una silueta imponente frente a la puerta. Cuando mi abuelo estaba bien, sano, era alto e imponente. El corazón me dio un vuelco, y no me refiero a esa cutremetáfora sobreexplotada, sino que me dio un vuelco de verdad y se me contrajo todo el pecho. Encendí la luz y vi que se trataba de un perchero con tres chaquetones colgados, perchero que por otra parte no debería estar ahí. Pero lo del perchero es lo de menos. Estuve a punto de gritar y los ojos se me llenaron de lágrimas de miedo. Lágrimas de miedo, que no de pena, recuerdo, nostalgia... de puro miedo, pavor ante lo desconocido. Arrastré el perchero y lo coloqué contra la pared posterior.
_____Ayer leí en el blog de Indi lo siguiente: "De las infinitas teorías sobre la existencia preternatural del alma o del doble etéreo de nuestro cuerpo me quedo con una frase de Stephen King: 'La muerte nos vuelve locos'". Estoy de acuerdo, pero no sé hasta qué punto vuelve loco al muerto en sí, espíritu, fantasma, o a los que lo rodean. De lo que estoy completamente seguro es de que la muerte cambia más cosas de las que nos gustaría.
Por muy escépticos que seamos.

6 comentarios:

  1. Has tocado un tema complicado, por execelencia. Siempre me gusta creer, o dulcificar, a modo de autoconvencimiento, que la muerte es lo que le da el sentido a la vida, aunque no deje de ser aterrador el hecho...hasta entonces, a disfrutar :-)


    Muá

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  2. Me ha impresionado la naturalidad con lo que has contado lo de tu abuelo... yo creo que habría sido incapaz. A lo mejor esa sea tu respuesta a "no llorar", que a veces suele ser más cuerdo(si es que hay algo cuerdo en esta vida). No obstante, estoy de acuerdo en eso de que la muerte nos trae de cabeza, en algunas épocas del año más que en otras...Y, mira por donde, la frasecita es de tu maestro...A mí me afectó muchísimo la muerte de mi abuela, y eos que ya han pasado dos años, pero me sigue resultando igual de difícil tratar el tema. A veces me he planteado que me gustaría que se me apareciera, verla aunuqe fuese como una sombra... (suelo retirar instantáneamente esa idea de mi cabeza al resultarme demasiado macabra). Ya ves que te sigo. Gracias por tus comentarios también. Un beso muy fuerte.

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  3. La muerte nos rodea, siempre. Supongo que por eso nos vuelve locos, porque no podemos vencerla.
    Cuando empecé con med, me preguntaban cómo podía ver muertos, tocarlos y olerlos sin inmutarme. Supongo que la cosa está en aceptar que es algo natural. Y llorar por la soledad en la que dejan a los que se quedan.

    Por cierto, a la encuesta esa de la derecha le falta un "anything" :)

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  4. Cuando murió mi bisabuela yo también contuve el llanto, no quise verla dentro de la caja, y cuando noté que me iba a echar a llorar, me fui a mi casa, y allí a solas, dejé que la tristeza se derramara.

    Reconozco que no me gusta llorar en público, pero algo que me puede y contra lo que no puedo ni sé hacer nada es ver como la caja se mete en el panteón, en el nicho o lo que sea, es como si algo dentro de mí se rompiese.

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  5. Hay que hablar de la muerte, tarde o temprano hay que enfrentarse a ella, pero la gente no quiere saber nada de esa palabra tan fuerte. Un saludo.

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  6. No sé por qué he sonreído.
    No tendría que sonreír con esta entrada pero lo he hecho.
    Me da rabia pensar todo lo que ha llorado mi madre, y mi abuelo. Y lo poco que he llorado yo... aunque siempre fui de no llorar demasiado en cuanto a seriedades de la vida se refiere, y ese optimismo tan desquiciante que me caracteriza...
    :)
    muuuuusu

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