21 de marzo de 2010

Follar y hacer el amor



Hace poco leí o escuché en la radio a un escritor español quejarse de lo mal asumido que tenemos aún el sexo en literatura en comparación, por ejemplo, con la tradición anglosajona. Ya sabéis, parece que si dices le introdujo el pene en la vagina con fuerza queda muy light, estúpido... vamos, que el que escribe parece un meapilas. Por otra parte, si dices que le embistió con la polla repetidamente en la raja del coño suena vulgar, como si el tono acabara siendo un despropósito con respecto al resto del texto. Más adelante leí un artículo interesantísimo en una revista especializada, es decir, literaria, donde varios escritores anglófonos exponían su postura con respecto al sexo en literatura no erótica: no había unanimidad. Unos optaban por lo neutro, meramente biológico, cuando otros optaban por un lenguaje más de la calle.
De lo que no cabe duda es de que cada autor tendrá que tomar una decisión al respecto, ya que tarde o temprano acabaremos escribiendo de sexo. Yo lo he tenido que hacer en varias ocasiones y no es fácil decidirse, la verdad. Pero vamos, el problema se puede sortear con dignidad uniendo ambas corrientes y haciéndolas llegar a un término medio. La otra opción es leer Las edades de Lulú o la bibliografía de Lucía Echevarría. En cualquier caso, no creo que nadie se vaya a espantar a estas alturas por leer o escuchar las palabras polla o follar en lugar de pene o falo y fornicar. Cada cual tendrá que decidir, pero me gustaría que primara el buen gusto. Y el buen gusto no es omitir follar o corrida o bukkake, sino incluir estos pasajes en el resto del relato con la máxima naturalidad. Además, ¿para qué ir de modositos? Todos deberíamos saber que en único sitio donde se debe ser guarro es en la cama (o en el ascensor, en la encimera...).

5 comentarios:

  1. El sexo sólo es sucio cuando se hace bien. (W. Allen)

    Rigoletto

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  2. En realidad, yo creo que mientras el fragmento quede bien integrado en el conjunto, con cohesión estilística y todo ese rollo, tanto da. Álvaro Pombo en La fortuna de Matilde Turpin habla de penes y vaginas; también lo hace David Lodge en sus novelas de campus y no deja de provocar en el lector la impresión que desea. Si el narrador es en primera persona, debe ajustar su lenguaje sexual a su personaje: en Trainspotting salen muchas pollas y ningún pene, y así... No se trata de elegir una fórmula para el texto sexual en la creación literaria, sino de que cada obra maneja su propia fórmula con lógica y sentido estético.
    Julia

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  3. En realidad, yo creo que mientras el fragmento quede bien integrado en el conjunto, con cohesión estilística y todo ese rollo, tanto da. Álvaro Pombo en La fortuna de Matilde Turpin habla de penes y vaginas; también lo hace David Lodge en sus novelas de campus y no deja de provocar en el lector la impresión que desea. Si el narrador es en primera persona, debe ajustar su lenguaje sexual a su personaje: en Trainspotting salen muchas pollas y ningún pene, y así... No se trata de elegir una fórmula para el texto sexual en la creación literaria, sino de que cada obra maneja su propia fórmula con lógica y sentido estético.
    Julia

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  4. No sé por qué se ha publicado por duplicado. Perdón.
    J.

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  5. Te recomiendo "Chelsea Beach", de Ian McIwan, te gustará.
    Saludos.

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