23 de diciembre de 2011

2011 (I)

2011. Joder. Y este año ya se acaba el mundo.
     Supongo que, de un tiempo a esta parte, cada vez se hace más fácil aprender, o tal vez no fácil, pero sí más necesario avanzar. Se puede decir que este año he logrado varias cosas: convertirme en profesor y, por qué no decirlo, en escritor. Ambas cosas me han costado. Ha sido sin duda un año de transición a la vida que me espera de ahora en adelante, y puedo alegrarme de decir que soy yo quien escribe esta vida. Que yo tomo mis decisiones.
     Voy a hacer un breve resumen del año con los acontecimientos más importantes, esto es, los que más recuerdo o más me han marcado. Esta vez no dejaré todo para Nochevieja, prefiero derramar el 2011 por entregas, y supongo que lo primero es lo primero: la vida.
     Enero comenzó con la visita de Eleanor a Granada: tapas, paseos, visitas, excursión a la Alpujarra... días brillantes, de azul eléctrico y amarillo para comenzar el año desde lo alto.
     Le siguieron días grises de hastío arrastrados por las clases en el Máster de Profesorado, con toda probabilidad las clases que menos me han motivado en mi vida académica, lo cual es bastante paradójico, dado que el contenido de las materias se centraba en cómo hacer llegar el material a los alumnos de forma entusiasta, esto es, en motivarlos. No obstante, el Máster trajo consigo personas grandes que me hicieron la vida más fácil. Pienso en Ana o David, por ejemplo. Y es que los amigos han sido quienes me han salvado los días negros, quienes han sabido hacerme redescubrir Granada sin prejuicios, amigos erasmus, amigos internacionales que me han llevado de fiesta día sí y día también por el Albaycín, los bares de tapas de la Plaza de Toros, las pintas en el Hannigan's o a las jam sessions de la Booga: Katie, Ulie, Joni, Clark, Lorenzo, Pauline... amigos con quienes redescubrir el mundo y ser feliz sin pensar en nada más. Amigos a quienes echo de menos.
     Claro que, acabadas las penosas clases del Máster, comenzó la etapa práctica, o lo que es lo mismo, el trabajo en el instituto. Estuve seis semanas entre abril y junio en el IES Generalife de Granada, uno de los mejores institutos de Andalucía, con Nuria, mi tutora, y Mª Carmen, mi compañera de prácticas. Fue divertido ponerles canciones de Amy Winehouse para enseñarles el estilo directo e indirecto, o introducir levemente la literatura en las vidas de estos chicos. Y lo más maravilloso, volver a Granada meses más tarde y cruzarme con algunos de ellos y que me reconozcan y me digan qué tal, cuánto tiempo, me alegro de verte. Supongo que esto tiene parte de vocación, o la vocación nace con ellos.
     En medio estuvo la REVOLUCIÓN, el grito, el hasta aquí hemos llegado. En medio estuvo ese bendito 15 de mayo en el que miles y miles de personas salimos a las calles a reclamar una democracia real, el fin del régimen capitalista, la supremacía de la banca sobre los derechos humanos. Salimos a la calle a dar un toque de atención mientras las revueltas inundaban la primavera árabe y toda Europa (Italia, Reino Unido...) y Estados Unidos seguían nuestro ejemplo. El mundo entero pidiendo más vida, justicia, pensamiento social, tolerancia, respeto, amor por el ser humano. Fue precioso, fue emocionante, fue intenso. Fuimos grandes, y ni todos los gritos de los medios de comunicación fueron capaces de acallar esa denuncia anónima de miles y miles de sujetos, porque las masas no tienen nombre ni rostro, sólo fuerza. Cierto es que ese empuje inicial se fue perdiendo, que ciertos sectores del movimiento pudieron ser algo extremistas, pero el descontento social quedó patente a lo largo y ancho de todo el globo. Así, todos juntos escribíamos la Historia, y eso es algo que nadie puede borrar. Y todos los hombres y mujeres aprendimos de política y sociología como nunca lo habíamos hecho.
Hablaba de los medios. He estado, gracias a los medios, en la lucha encarnizada con crónicas de conciertos, de actividades culturales, de manifestaciones, festivales de cine... en Cinempatía y Gazeta20. Ahí denuncié la manipulación de los medios y de los poderosos y traté de hacer el mundo un poco más humano. Además, me impliqué de nuevo en el nacimiento de nuestra querida revista cultural La Cuerva junto a Silvia, mi cómplice y amiga, y otros pequeños cuervos que han querido volar a nuestro lado.

     Llegó el verano y las despedidas, el adiós definitivo a Granada, la incertidumbre de septiembre. El verano vino lleno de sorpresas, el trabajo en la escuela de verano, donde puse nombre a los chavales de mi pueblo y demostré tener una paciencia a prueba de bombas, así como un sentido del ridículo nulo. Fue genial estar con ellos esas semanas de piscina, juegos de agua y actividades en grupo. Entre el instituto, la escuela de verano, las clases particulares (Ana en Granada, Ana y Anabel en Bélmez, Pablo en Madrid) y los encuentros literarios en Arjonilla y Andújar probé ser apto para esto del trato con adolescentes (y no tan adolescentes). El verano siguió con mi cumpleaños el 9 de agosto, cuando vinieron mis amigos a darme una fiesta sorpresa a Bélmez, a mi casa. Me acababan de confirmar que tenía futuro: había sido admitido en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Quiero decir, tenía una de esas becas tan exclusivas para dedicarme a un proyecto literario sin más preocupaciones. La vida dio un vuelco: todo era color.
     La única parte negativa del verano la volvió a poner, cómo no, el Máster de Profesorado: la tesina sobre "Literatura y adolescencia", así como una asignatura que se me resistía, me quitaron tiempo de ser feliz todo el tiempo. Pero vamos, lo académico no tenía nada que hacer frente a la fiebre literaria, y así fue.
     Llegó Madrid. La Residencia. Los residentes. Lavapiés. Malasaña. Chueca. La Latina. La locura. Aprender a hacer amigos, a convivir de nuevo, a intentar hacer feliz a todo el mundo. Escribir y leer, leer y escribir, ser productivo, sacar proyectos adelante, creer que un mundo de letras es posible. Hacer planes con todos y escribir cartas a mano, recibir cartas a mano, decorar la habitación, hacer la colada, ver películas, series, escribir relatos, novelas, descuidar la poesía... Avanzar en todos los sentidos, ser más Jose que nunca. SER FELIZ. Conocer gente maravillosa: profesionales del cine, investigadores, creadores. Vivir en un lugar estupendo y saber aprovechar el jugo.
     Y así desde entonces, música a todas horas, libros que avanzan, Queridos niños, la resurrección de El Desencantador, mi vuelta a El Cuentacuentos... Defender la tesina, volver a Granada con los amigos y echarlo todo tanto de menos. Venir a casa y sentirse en casa. Echar la vista atrás y medir el año que se va...

3 comentarios:

  1. Todo un alago lo que me comentas en el blog. Pero mi forma de hacer soñar tiene forma de pasteles y combinaciones de sabores y texturas en platos -sobretodo para la gente que más quiero-, para hacer disfrutar el paladar y el estómago de mis comensales.
    Lo otro (escribir), es... un hobby que cuesta mucho saber dominar.
    Tú en cambio... no sé si tienes el hobby de los fogones (que te recomiendo), pero tu oficio es el de ESCRITOR, y lo demuestras cada vez que te pones delante del Gran Blanco y dejas escapar toda una amalgama de letras e ideas, que sabes muy bien como convergerlas para que sea todo perfecto.
    Lo del relato no es coña. Ya se veía, entonces, que llegarías (y llegarás) lejos con la escritura. Lo llevas dentro. En esa cabeza loca que tienes que hace salir de ella unas ideas brillantes. Como los dos últimos relatos que has publicado para CC. Una locura escribirlos.
    Igual de locura leerlos.
    Un abrazo, Campeón!!!

    Hell.

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  2. Muchas gracias, Hell. Creo que todos los que vamos juntos en este viaje demostramos nuestra valía. Eso sí, desde ya me debes una muestra de tus dotes culinarias :)
    ¡Un abrazo!

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  3. Si pudiera disponer del tiempo que necesito en mi vida social, sería todo un placer el poder reunirnos en alguna casa rural, como alguna vez habéis hecho, y pasar un fin de semana espléndido entre libros y cacerolas... y tubos de ensayo. ;)
    Pero supongo que debes saber cómo es la vida hostelera, no??? jajajaja
    Ya no solo porque me deja muy poco tiempo para hacer vida social (escribir, ir al cine, quedar con los amigos para ir a tomar algunas birras por ahí... etc); si no que, además, hasta mi pareja a veces me extraña, cuando tenemos una tarde libre para nosotros dos.
    Pero me apunto lo de la muestra porque, a no ser que se me caigan los brazos, algún día llegará ese momento.
    Que pases buenas fiestas con tus más allegados, JoseBrian!
    Y Feliz Navidad!!!

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