31 de mayo de 2023

Stop

 Hace ya unos años que apenas paro por aquí. La inexorable muerte de los blogs, las responsabilidades de la vida adulta y las nuevas formas de exhibicionismo en redes sociales me han mantenido al margen de este rincón que comencé a construir hace tantos años.

Cuando comencé a escribir blogs era tremendamente feliz, como sólo se puede ser feliz desde la despreocupación de la inocencia. Acababa de mudarme a Granada y la vida estaba llena de ventanas. Escribir de cara al público, abrir las compuertas de lo que guardaba de piel adentro supuso un pequeño milagro: comunidad, literatura, confianza, oportunidades, amigos, un mundo que se expandía.

Pero las modas pasan y el mundo cambia. Hasta 2013 fui relativamente regular en esto del blog, aunque el volumen de textos había bajado considerablemente. Me atrapó la vida con todo lo que eso significa, y no era la vida que yo había previsto. Dejé de pasarme por aquí y era como si, a cada día que no escribiera en este espacio, me distinguiera más y más de quien había sido. Me volví sombra.

Basta comprobar mi escritura y el tono sombrío, casi reverencial de todo lo que he compartido aquí en la última década. Dejó de ser divertido jugar a los blogs, pero soy una criatura fiel.

Y, por si fuéramos pocos, parió la abuela, y parió en forma de IA. Desde hace unos meses la IA domina todas las conversaciones, todos los espacios, todas las artes. Y lo peor es que hay gente que le compra la idea: imagina que en la uni no hubieras tenido que escribir ni una redacción, que tu tesis la hubiera desarrollado una IA y te sacas un notable alto. Que podamos resucitar a Janis Joplin o Amy Winehouse, tan injusta y prematuramente desaparecidas para explotar su potencial carrera musical. Si de unos años atrás los creadores de contenido para plataformas ya se han visto coartados por el algoritmo que impone el ritmo, el giro de la trama, el necesario o no cliffhanger, ¿por què no dejar que el algoritmo sea quien cree contenido para consumo masivo e infinito? Si algo ha funcionado, ¿por qué no recrearlo ad nauseam? Justo coincide esta omnipresencia con la nueva huelga de guionistas de Hollywood, empujada precisamente porque las plataformas que los han estado ordeñando y coartando se niegan a pagarles proporcionalmente a los beneficios de sus creaciones; de pronto, se suma el miedo a las IA. ¿Van a sustituir los estudios a sus guionistas por la Gran Inteligencia Robótica? ¿Se viene un futuro de contenidos predecibles, fáciles de encadenar sin que molesten, sólo lo justo que haya calculado el algoritmo para que sigamos pensándonos rebeldes? ¿Qué espacio queda para películas y series que siempre han nadado a contracorriente? ¿Será la AI capaz de darnos una Six Feet Under, una Marvelous Mrs Maisel, una Incendies? Lo dudo mucho.

Pero este blog está plagado de mis escritos, así que he decidido eliminar todos los relatos que había publicado hasta ahora, una decisión que iba a considerar más difícil de lo que ha sido, sobre todo si tenemos en cuenta que fueron los blogs la plataforma donde hice callo en la escritura, pero esto de acuerdo con muchos otros escritores en que, y ya sé que no vale de nada, paso de que los robots copien mis escritos para moldear sus ficciones.

Al mismo tiempo he tomado otra decisión, no en relación directa a la de borrar los contenidos, pero sí vecina. He cerrado TODAS mis redes sociales. Sólo mantengo Linkedin (ya ves tú pa qué), aunque esta vez sí tengo Whatsapp. Sin embargo, es la primera vez que me quedo por completo sin la Santísima Trinidad (Twitter, Facebook e Instagram). Debo recordar aquí que hace 10 años, cuando llegué a Lisboa, lo hice sin Facebook (Instagram no tenía) ni Whatsapp, pero mantuve mi cuenta de Twitter como única ventana al mundo. Ahora que está llena de cuentas muertas y bots parece el momento idóneo, pero se me hace raro dejar un espacio donde he estado desde 2007, más o menos coincidiendo con el comienzo de mi Erasmus. Creía que llevaría mal el silencio virtual, pero no. He echado en falta estar enterado de cosas en la semana de elecciones, pero no he sentido ningún peso ni ansiedad por mi decisión, sino alivio. La idea es desintoxicarme un poco de todo esto, aprender a relativizarlo y tal vez en unos meses, cuando haya terminado la novela en la que trabajo y lo vea todo con cinismo, me decida a volver. De momento, necesito un tiempo de silencio, un STOP también por salud mental. Volver a preocuparme y pensar sólo en lo importante.
Ya veremos qué sale de aquí.

1 comentario:

  1. No se preocupe, a las IA no les duele la cabeza, ni sufre de nauseas. En realidad no sufren.

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