4 de abril de 2012

Echar de menos

A Katie, a Clark, a Lorenzo, a Joni, a Pau, a Po, a Kiki, a Julie, y a todos los que han venido para quedarse...
Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. Puto Sabina, qué sabrá él. Ya lo dije en su día con Swansea, que no volvería, que dolería demasiado, que tal, que cual, y una mierda. Y un mojón. Volví pasados tres años y fue la mejor decisión de mi vida. Reconciliarme con los fantasmas, decir adiós a lugares de los que no me había despedido, saldar deudas... No encontré una taza amarilla como la que compré en su día en el Tesco, pero compré ropa en el Primark, me despisté un poco por el centro alrededor del Quadrant, regresé a Mumbles ¡en bici! ¡con Eleanor!
Pero vamos a lo importante. Cuando estaba de Erasmus, llegué a afirmar que no echaba de menos Granada, algo impensable para mí hasta ese momento, pero era verdad. Lo tenía todo ahí, todas mis necesidades cubiertas, era FELIZ. Este año, en Madrid, tampoco echo mucho de menos Granada. Es curioso, sólo echo de menos a algunas personas. Hace dos días volví a Granada de papeleos y tal. Vuelvo en dos semanas con amigos de la Residencia a pasar un finde y enseñarles la ciudad.
Esta visita ha sido triste. No triste de devastadora, pero sí de esas con un poso desolador, y no entiendo por qué. Por una parte, lo conocía todo, me sentía por primera vez en mucho tiempo por encima de la situación, dueño y señor de mis planes. Sin embargo, me iba dando cuenta de pequeños detalles que venían a significar que esa Granada ya no es mía: graffitis que ya no están, calles llenas de recuerdos, que no de mi gente, que no de mis amigos, bares y locales que ya no están, que han cerrado. Ha cerrado el Lobos, joder, que ahora se llama Hendrix y ya no está lleno de pósteres y vinilos y entradas de conciertos y citas de canciones, y ya no es oscuro sino con paredes claras y ya no es el rincón especial al que llevaba siempre a la gente a la que quería sorprender. Y es que no quedan garitos rockeros donde te pinchen algo de Nina Simone a petición, con ese fenómeno de Dj que es José Lobos, aunque el local no sea el más amplio... La música vive, eso no nos lo quita nadie.

2 comentarios:

  1. Soy de Jaén y buscando información sobre este pedazo de garito me acabo de enterar de que ha cerrado. Visita obligada cada vez que iba a Granada. Impresionante por mil razones. ¿Hay más información? Definitivamente el que han montado en el mismo local no vale la pena, ¿no? ¿Quien lo llevara antes ha pensado en montar otro? Ay...

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  2. En su lugar abrió el Hendrix, que está bien, tiene buena música, sigue siendo un local íntimo y poco aglomerado. José Lobos, por su parte, abrió en la Calle Sol El Transistor, que pretendía al menos en principio recuperar el espíritu del Lobos. Hace un tiempo que no voy, pero me gustaría comprobar que parte de la magia sigue viva.

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