21 de mayo de 2012

Amistad 1


Son los temas que te obsesionan.
Aquellos de los que quieres hablar.
     Tengo bastantes amigos, amigos de todas partes, de todo el mundo, a los que quiero. Hay que aprender a querer a los amigos, y no es fácil. Se supone que durante la adolescencia son el principal pilar en el que se deja caer el ser humano. Al final de la adolescencia, los amigos se convierten en el hogar, el templo de la madurez, la segunda familia, porque se supone que a estas alturas la familia es lo primero. Es mentira: te das cuenta de que no has madurado, de que la constante búsqueda de amigos está ahí. Te gustan. Los quieres. Los necesitas.
     Entonces, te desnudas. Se lo cuentas todo, o casi todo. Y es que te das cuenta de que incluso los amigos deben mantener cosas al margen, de que no todo vale. El ser humano juzga por naturaleza como ama por naturaleza. De repente, comienzas a convertir a tus amigos en ídolos, a tratar de parecerte a ellos de forma inconsciente, a alentar todos sus pasos a pesar de las decisiones que tomen. Adquieren para ti cariz sacro y los incluyes en tu templo.
     Pero lo fascinante de los amigos no es eso. Eso, después de todo, es natural; en eso consiste la amistad, en una confianza casi ciega. Lo fascinante es como, del modo en que lo haríamos con cualquier pertenencia, los colocamos en uno u otro estante de nuestro armario amistoso: amigos del instituto, la facultad, este foro en Internet, del barrio, de los conciertos de modernos de mierda... Categorizamos la amistad como otra propiedad, y cuando alguna balda se colapsa con otra, nos sentimos inseguros, ya que dicho orden deja de depender de nosotros.
     Otro aspecto a tener en cuenta es cómo, a medida que nos conocen, nos aman con esa confianza ciega y nos aceptan por lo que somos. No es posible ser amigo de todo el mundo; para eso soy muy selectivo. Exijo personas que supongan cierto desafío intelectual y/o emocional. Cómo no, esto se convierte también en una dificultad añadida a la hora de seleccionar. No te valen los amigos de toda la vida, aquellos a quienes querías sin más, con los que habías compartido momentos, a quienes habías confiado secretos en su día. Ahora te resultan planos, como si te hubieran dejado atrás en el proceso de crecer. Los amigos adultos son aburridos, asúmelo. Tú también eres aburrido. Puede que mueras solo.

2 comentarios: