1 de junio de 2012

De ferias del libro

Nunca he soñado con la Feria del Libro. No ha supuesto tampoco nunca mi prioridad estar ahí, llegar alguna vez y pasar horas firmando libros. Supongo que siempre me ha importado más la parte literaria de la literatura que la promoción.
     En cualquier caso, a raíz de publicar un libro es frecuente que te propongan firmar, presentar tu libro en alguno de estos acontecimientos. Llegas, te sientas en una caseta o mesa, y te ponen a firmar ejemplares o a hablar de tu producto (sí, aquí ya hablamos de producto, ni siquiera de libro). Por ejemplo, me invitaron a la Feria del Libro de Sevilla para presentar la novela, aunque ni siquiera hubo firma. Donde sí firmé fue en Jaén, sobre todo a amigos y conocidos que se pasaban a saludar, y es que yo aún no tengo nombre de atraer colas de gente hasta mi stand.
     El principal acontecimiento para el mercado editorial en España es la Feria del Libro de Madrid, que está teniendo lugar durante estas semanas. Más de trescientas casetas de librerías, editoriales o instituciones que producen, publican y venden libros. Es fascinante: siempre hay actividad, siempre hay alguna firma o algún pabellón donde está teniendo lugar una presentación. La gente sale con el calor, con el poco tiempo libre de que disponen, a mirar libros y a sus autores. A veces, creo en el ser humano. Sin embargo, no todo es de color de rosa. La gente hace cola para ver a Javier Sardá o Mario Vaquerizo. Mientras tanto, escritores de verdad esperan aburridos en alguna caseta a que algún curioso se detenga a preguntar qué hace, qué mundos crea, cuánto lleva en esto, por qué elegir este oficio suicida.
     Como digo, este año estoy en la Feria del Libro, pero no como autor, sino como vendedor. Vendo los libros de la Residencia de Estudiantes, recomiendo poesía (Cernuda, Ángel González, Juan Gelman, Olga Orozco...), entablo conversaciones interesantes con quienes se acercan a la caseta, conozco gente apasionada por los libros, recibo visitas de amigos, sudo, me estreso, vendo, hago caja, me pico con mi compañera de caseta, lo paso bien, me siento útil, creo que la gente que viene a por libros es mejor gente, me doy cuenta de lo pequeño que soy, de la labia que tengo, de que un día montaré una librería o un café con libros, de que soy suicida, sí, pero soy feliz, de que yo no elegí esta vida. Estaba escrito.
     Ya lo saben: caseta 165, sábado por la tarde, domingo y lunes por la mañana. Nos olemos entre papel lleno de historias.

3 comentarios:

  1. Estimado José: te escribo para contarte que estamos haciendo una convocatoria para un nuevo blog que se armó (www.licuadoradeletras.com). Cuya esencia consiste en reunir a los amantes de la literatura con el fin de que realicen publicaciones de sus obras, de otros autores, u otros asuntos vinculados con la temática del sitio. Ya somos cuatro integrantes, y si las cosas marchan bien, con el tiempo se van a ir sumando más personas a esta movida.
    La metodología es muy sencilla: si tenés ganas de participar me envías un mail a licuadoradeletras@hotmail.com. Luego te llega una invitación a tu casilla de correo para formar parte del blog y con tu cuenta de Blogger podés empezar a publicar. ¡Te esperamos!

    ResponderEliminar
  2. Dice Roberto Cotroneo a su hijo en Si una mañana de verano un libro, que ha de fiarse de aquellos que lleven un libro de poemas bajo el brazo..
    Están por un lado las personas que buscan historias, las que acuden allá donde se encuentre el escritor del momento, la gente real, ávida de palabras entretenidas. Y están las otras, según yo lo veo, que son personajes en sí mismos. Que se buscan y buscamos, para creer que la vida y la literatura van de la mano, en una simbiosis tan perfecta, que la imagen de Cotroneo nos parece la verdad. Ésa y no otra.
    Explicarlo es complicado, leerte me hizo caer en la cuenta de que puede que no tanto. Y es un verdadero placer.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Si una mañana de verano un niño, quería decir..

    ResponderEliminar