3 de julio de 2012

Del conformismo



Hay que aportar más.
     Cuando me sumerjo en un proyecto, le doy mil dimensiones, lo alimento hasta la extenuación. Porque ahí fuera hay cuarenta mil escritores mejores que tú en tus mismas circunstancias, y tal vez ellos no se comprometan. Tengo amigos escritores que opinan que, si algo no se va a publicar, supone una pérdida de tiempo. En cambio, yo me encuentro inmerso en tropocientos proyectos a los que no aprendo a decir no porque, si no los desarrollara, tendría la estúpida sensación de que me he conformado con cumplir, y punto. Así, todos los días alimento mi blog personal, escribo un poco más de Queridos niños con la esperanza de tenerla lista de aquí a un año (luego será que no, pero al menos lo intentamos), un blog de poesía para no oxidarme (ya se sabe, eso de de un poema al día, algo bueno saldrá), los blogs de las novelas en las que trabajo o he trabajado, más allá de que se hayan o no publicado, crítica cinematográfica para Cinempatía, algún artículo para VozEd, etc. Sin embargo, esto no me molesta, no siento que sea un desperdicio de tiempo o energía. Con todo, me gustaría poder cobrar por un trabajo de estas características (véase columnista, articulista, blogger, etc). Sin embargo, en un mundo donde la precariedad y el intrusismo están tan extendidos, nada de esto tiene posibilidades de prosperar.
     En cualquier caso, no venía hoy a hablar de mi inexistente futuro profesional, sino de esa intensidad y altura de la que hablaba Vallejo, esa vertiginosa fiebre creativa que me obliga a entrar en otro proyecto, y luego en otro, y así sin frenos ni casco. Por eso, desde que terminé El Desencantador, mientras le encuentro editorial o alguien interesado en que se publique una nueva novela juvenil, alimento su blog donde voy dando pequeñas pistas sobre el contenido y los personajes que cobran vida en sus páginas. Paralelo a la creación de este blog ha surgido Las pelis de Damián, en este caso íntegramente cinematográfico, donde pretendo desentrañar todas las películas que aparecen en la novela, ya que es probablemente el cine el principal ingrediente del libro, mediante crítica cinematográfica, con lo que esto conlleva (volver a ver esas películas y redactar una crítica de cada una). Por si fuera poco, y como estoy apostando fuerte por este proyecto, ya le ha nacido una novela hermana, también juvenil, tal vez más adulta, más cruda, en el mismo universo, con su correspondiente blog: Los siete eternos. Y mientras tanto, Queridos niños no deja de crecer cada día un poco más, como un monstruo que se me va de las manos de tanto alimentarse de mí...

1 comentario:

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