Estimada señora
Marina del Corral:
Soy la tela de aventurero. La hostia de aventurero. Soy muy, muy
aventurero, apasionado, arriesgado. No me importaría dejarlo todo y comenzar
una vida, la bohème como forma de vida, la improvisación, la incertidumbre. No
me importaría, pero me importa.
Verás, querida, tengo trabajo. 25 años y trabajo. No es el
trabajo ideal, poco tiene que ver con mi formación, pero es trabajo. Es a media
jornada, pero es trabajo. No tuve opción de decir que no cuando me surgió.
Después de varios meses de cvs, de entrevistas, de cartas de presentación,
motivación, solicitud de becas y mil alternativas, cuando estaba a punto de
dedicarme, más por desesperación que por convicción, al voluntariado
internacional, recibí esta llamada en la que me ofrecían trabajar como
especialista de inglés, teacher, monitor, llámalo como quieras, en una
guardería de Madrid. Como digo, acepté. Lavo manos y caras, cambio pañales,
canto, barro, doy de comer, invento, reinvento, reviento, todo eso y más a
media jornada, de lunes a viernes. A veces, enseño inglés. Luego, por las
tardes, de lunes a jueves doy clases particulares para llegar a fin de mes; además, soy negro literario: escribo textos para otra gente a cambio de dinero. No
llego a mileurista. Mi presupuesto son 800 euros al mes. Con eso vivo. Con eso
como. Con eso compro libros. Con eso voy al cine. A veces sueño que me sobra
presupuesto a fin de mes y que puedo planear una escapada a Lisboa, a Berlín o
a Reino Unido. Soñar aún es gratis.
Tengo muchos, muchísimos amigos en el extranjero. Casi diría que
más que en España. Los hay de todo tipo: científicos, traductores, diseñadores,
policías, profesores, médicos... Son todos personas sobradamente formadas,
además de excepcionales seres humanos. Españoles que se han formado aquí,
gracias a la educación pública, y ahora se ven OBLIGADOS a salir a otro país
para obtener una vida digna y acorde con sus aspiraciones personales y
profesionales. Son todos talentos desaprovechados, regalados a países nórdicos,
a Estados Unidos, a Reino Unido, como regalos ya envueltos, con un lazo
plateado listo para ser abierto por un niño avaricioso en Navidad.
Mi contrato rescinde en julio. Cuando termine el curso, me
tocará plantearme de nuevo qué hacer, dónde trabajar, dar con algo a jornada
completa, plantearme la vida con vistas más allá del fin de mes. Tengo miedo de
que llegue julio y no sé, me esperen otros tantos meses de vacío existencial
sin nada que hacer, en el sofá de mis padres, con el miedo y el lento marchitamiento
del inexorable círculo vicioso paro-inexperiencia-depresión-paro-inex... Total,
un dolor de cabeza.
Supongo que volveré
a intentarlo. Retomaré la batalla del cv y la carta de motivación y las entrevistas,
los portales de empleo, confiaré en la formación que me ha dado este santo país.
Entonces, espero, encontraré un trabajo honrado y justo que me permita
sobrevivir con perspectivas de futuro. Si no, tendré que volver a plantearme lo
de los cvs en el extranjero, becas en otros países, incluso, por no estar
parado con 25 años, un voluntariado. Puede, quién sabe, que termine separando
cristales y plásticos gratis en Moldavia. Y que lo acepte. Y que mienta a mis padres
sobre lo maravillosa que es mi casa, las horas libras, lo que me llena mi
trabajo, cómo me convierto en hombre y cada vez soy menos lacra.
Será cierto: seré
un aventurero. Joder, y no haberme dado cuenta antes. Espero y deseo con todo corazón
que sus hijos sean tan aventureros como mis amigos y yo. Y que no le quite a
usted el sueño el calentón que le ha entrado al niño con irse a Bangladesh a
trabajar en lo suyo.
Atentamente,
Jose Alberto Arias
Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo,
un aventurero
No, pero sus hijos ya estarán colocados en algún banco o una administración, que para algo está mamá para sacarles las castañas del fuego.
ResponderEliminarQuerido anónimo, espero de veras que pudiéramos permitirnos el lujo de ser aventureros. Todos: ellos y nosotros.
EliminarSon unos fachas que solo miran el capital y les damos igual los jovenes eso si sus hijos seguro que no les faltaa el pan
ResponderEliminarEso, segurísimo.
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