12 de octubre de 2011

Cómo conocer a alguien

Hablemos de la identidad.
De quién eres, de quién soy, de qué somos.

Hoy, como cualquier otro día, cualquiera te puede decir que te conoce. Yo te he visto crecer, yo te he cambiado los pañales. Yo te curé una herida cuando te caíste del poyo en la casa de tu abuela, que venías llorando porque tu madre te iba a regañar.

Yo te conozco. Te conozco porque te he querido más que a mi vida, porque me has amado como no amarás a otra. Te conozco porque hemos hecho cosas en la cama que jamás confesarías en público. Sé bien lo que te gusta. ¿Eh, verdad que te gusta así?

Sé bien lo que te gusta. Te gustan el helado de chocolate y limón, y los libros protagonizados por personajes inmaduros, que nunca han crecido. Como tú. Te gusta comer entre horas guarradas de bollería y gominolas, y beber cocacola como un adicto. Te gusta llevar un cuaderno en blanco y uno, dos y hasta tres pilots negros colgados en el bolsillo. Te gustan los animales, te gusta tu perra. Te gustan los gatos, te gusta(ba) Gordo. Te gusta viajar a lugares donde viven amigos, o viajar a amigos más allá del lugar. Te gusta ver películas y series en versión original y dártelas de entendido. Te gusta la música poco comercial o pretendidamente poco comercial. Te gusta escribir poesía, aunque aún no sabes que uno nace poeta, o no lo será. Te gusta escribir cartas a mano, pero te gusta mucho más ir al buzón todas las mañanas a comprobar si ha llegado un nuevo sobre o paquete que te alegre el día. Te gusta hacer feliz a la gente a tu alrededor, te las das de payaso y en el fondo estás muy triste. Siempre estás muy triste. Te gusta pensar, aunque a veces desearías no hacerlo tanto. Te gusta escribir y no te gusta estudiar porque ya has olvidado cómo se hacía. Te da miedo que te conozca tan bien: tus gustos musicales, cinematográficos, tus destinos preferidos en el mundo. Te da miedo la enfermedad, vives con la certeza de que cualquier día es bueno para caer redondo ante el metro o mientras bajas las escaleras y nadie sepa reaccionar. Te gusta A dos metros bajo tierra porque te ha hecho reír y te ha hecho llorar, y te ha hecho pensar en cada segundo de vida y qué es importante y qué no y hasta qué punto vale la pena todo esto. Te ha hecho enamorarte y odiar a personas a las que no llegarás a conocer. Te han roto el corazón. Fue una vez, y con esa bastó. Luego te lo remataron de un modo que nadie sabe. Cada día es como si se desprendiera una nueva hilada, como si volviera a cortar quienquiera que suture. Te da miedo enamorarte, pero más aún enamorarte de la persona adecuada, porque entonces no habrá vuelta atrás. Te da mucho miedo escribir y no estar a la altura. Decepcionar, provocar rechazo, asco o envidia. Te gusta escribir, pero esto no es escribir. Quieres escribir como si estuvieras loco, como si fueras Stevenson o estuvieras puesto de todo y la única escapatoria posible fuera escribir hasta que te sangren los dedos.

Te da miedo cuando alguien dice que te conoce porque no lo hacen: se quedan siempre en la superficie. Nadie conoce a nadie. Tú no conoces a nadie. Estás solo, pero la soledad es algo a lo que uno se acostumbra.



1 comentario:

  1. Bueno, añadiría que estás acompañado, de ti mismo contigo mismo. ¿O es que a caso tu no te conoces?

    Saludotes, me ha gustado esta entrada.
    Mundoyas.

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