21 de enero de 2012

Un año después


Cinco años. Hoy se cierra un ciclo. Un lustro, que se dice pronto. Viajemos atrás en el tiempo. Enero de 2008. No, un año más, enero de 2007. Segundo de carrera. Primero del miedo. Ahí empezó todo. El principio de incertidumbre, los premios literarios, las capas que se desprenden. Me despertó un teléfono y una voz que, con el paso del tiempo, se convertiría en una de las más cálidas. Había ganado un premio, me publicarían un libro.


Un año después, Swansea, el famoso sofá a rayas, los mejores amigos, el mejor tiempo, no había premios, sólo había eso, amigos y un sofá a rayas marrones y blancas. María, David, Iñaki, Sheila, Claudia, pollos asados, lluvia de enero, febrero, lluvia de Swansea.
2009, Granada. Todo eran penas, se había acabado la salud. Adiós, libertad. Au revoir,  les enfants. Los sueños caían como castillos de naipes. Me dolía respirar, yo no quería aquello. Comenzaron los problemas, el desamor, la enemistad, crecer sin instrucciones.
2010 fue un gran año. Fue el año de la traición, de Wendy que me enseñaba a besar, de los niños que llamaban a la ventana en mitad de la noche. Me desencajé el pecho. Fui casi feliz.
El año pasado no era todo tan intenso ni tan solemne como antes. Éramos humanos, éramos gigantes. Aprendía la verdad en las aceras, me sobraba la poesía, me faltaban límites, me sobraban alas. Era más feliz.



Hoy Madrid no me traiciona. Despierto solo. No tengo el premio que prometían entonces, sino un premiecillo que, sin ser mucho, lo es todo. Hace un año compré libros nuevos que aún no he leído, y hace un año venía de ir a un concierto, y ahora tengo cien en la cartera, y hace un año era feliz, y no era cierto. Buscaba la felicidad en otras partes, en otro mundo. Y costaba imaginar mejor futuro, pero aquí estoy, mejor que nunca. Los dedos son violentos dardos, los cuadernos son almohadas, el futuro es un ladrillo.
Supongo que en un año, todo lo mismo. Mismo lugar, misma falacia, amor tan puro. Habré cambiado el mundo poco más, un poco menos. Dará igual, seré tan letras. Y Damián y Cali ahí, tan duros, y nuevos nombres, y nuevos mundos, tal vez el cuerpo de madera en mi colchón, tal vez mi mundo. Y siento estar tan nube hoy esta noche, y siento que no siento las falanges. Jugaremos a escribir nuestro futuro.




Entonces te traería aquí, junto a mi almohada, y no importaría más si es día o si es noche, si el amor se escribe en plata

2 comentarios:

  1. Yo seguiré aquí. De mí no te libras, por mucho que cambiemos el mundo lo importante es que no nos cambie a nosotros( Mafalda dixit).

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