26 de abril de 2012

Ansiedad


Somos frágiles. Somos de cristal fino, capaz de hacerse polvo al mínimo roce. Somos complejos. Incluso con todo a favor, creemos hundirnos en el lodo. Incluso en nuestro barco de acero, creemos que nos podemos hundir. Madrid me mata para bien, pero también para mal. No he visto ciudad más gris, a pesar de los colores. Cuando me he querido dar cuenta, ya me había arrastrado en su cesar de fantasmas sin rostro, de cuerpos sin camino a seguir. En su ritmo endiablado, en su nervio punzante, en su incapaz necesidad de tristeza. Supongo que cada cierto tiempo tendré que volver al sur o escapar de aquí, viajar a alguna parte y olvidarme de Madriz.
Un día te despiertas y todo se ve más raro, más nublo, más vertiginoso. Miras alrededor y todo es tan muro, y tú tan nube, y algo ahí tan ancla, y todo espino. Y piensas y piensas, y no hay respuesta. Y pesan las horas, y harta la gente, y no bastan las palabras por una vez, y lo peor de todo es que no hay motivo para todo eso. Te levantas tan mierda y el día tan crudo, tan espeso el aire en las aceras. Y quisieras llorar hasta hacerte de polvo, pero hace ya tiempo que llorar se convirtió en un privilegio a ganar a fuerza de hostias, y no encuentras la hostia. Y llorar sería para ti como vomitar, tan calma, tan plácido, tan paz.
Escribes una carta y derramas tus demonios, pero no les das nombres. Te detienes un día en mitad de la calle y te propones un rato. Reducir el ritmo, no sentirte tan solo, reintentar lo que quieres, reemprender mil proyectos. Y se va ese agobio, te reeducas la vida y sonríes de nuevo. Pero no sabes cuánto tardará en volver esa cosa sin nombre, ese monstruo sin cisco, si bien sabes que tal vez la próxima no tengas tanta suerte y te vuelvas loco. Porque la locura, está visto, es el camino más cuerdo. Jose, déjate de chorradas: te sonríe la vida, enséñale la dentada.
Ansiedad, no es otra cosa. Como viniste te has ido.

3 comentarios:

  1. Me encanta esta entrada, ese discurrir de estados de ánimo en menos de 20 líneas . Al ser de aquí, o casi, me sorprende esa sensación de los de fuera que se sienten como canario en jaula en esta ciudad a la que yo veo inabarcable. Yo también escribí cartas,con nombre, pero sin intención de que llegasen a su destinatario y no sirvieron para nada.
    Si la vida te sonríe es probable que en la próxima también venzas al monstruo.
    Abrazos

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  2. ¿Qué despropósito es ése? Y mi buzón lleno de polvo...

    Puede que el gris de las calles solapadas de Madrid, espere tu mirada, que no hará que sea de otro modo, pero sí,tal vez, que los demás la busquemos, la ciudad, esperando encontrar el sol. "La ciudad de sol está vacía...", decía Benedetti.

    Un saludo, un soplo de brisa desde aquí que te anime a seguir luchando con gigantes.

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  3. Julio, Madrid es una ciudad que devora a sus habitantes. Hay que escribir cartas con destinatario, hay que enseñarle los dientes al monstruo :)

    Teresa, hay días en los que Madrid recupera todo el color del mundo. Lucha de gigantes, siempre.

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