14 de junio de 2012

escribo 1/2


Hace dos años, con 22, publiqué La traición de Wendy. No sabía entonces la escuela que estaba por llegar, la de escritores que iba a conocer, el miedo que me iba a dar el panorama literario español. Creía, también es cierto, que yo estaba llamado a hacer historia. No sabía ni escribir, me dejaba llevar por lo que guiaban las tripas. No sabía hacer una lectura autocrítica de mi novela.
     Afortunadamente, he sabido aprender a la sombra que otorga la falta de notoriedad. Nadie se preguntaba en el mundo literario qué sería lo nuevo de Jose Alberto Arias, en qué trabajaría... soy un caso entre un millón. Escritores, sobramos. Pero he seguido currando, eligiendo proyectos, aprendiendo, empeñándome en sacar adelante lo que mejor sé hacer. He sabido mandar al carajo los prejuicios y no dejarme someter a las modas y posmodernismos y gilipolleces que revientan las mentes de tantos escritores jóvenes. Yo no quería ser el próximo Foster Wallace; me bastaba con algo similar a un Somoza, un Bloch, un -y esto son palabras mayores- Stephen King. Porque, si algo bueno tiene el género, es que nadie lo toma demasiado en serio. Lo sé, lo sé, puede ser contraproducente, pero tampoco pretendo estancarme en un género.
      Si bien es cierto que La traición era una novela de terror (al menos ésa era su pretensión), El Desencantador es una novela juvenil fantástica, aunque lejos de los referentes que suelen empapar este tipo de literatura: he adoptado el cine como ejemplo a seguir; Queridos niños, por su parte, es una novela muy compleja, tanto que me va a llevar más tiempo del planeado en primer momento. Sí, se trata de un gran homenaje a la literatura de género tanto a nivel temático como formal, aunque no deja de ser una novela apta para cualquier lector medio (quiero decir que no es excluyente, dado que la combinación de géneros no permite que se incline hacia un campo demasiado cerrado). Ya comienzo a atisbar un fantasma de novela de corte más realista, metaficticio, con la literatura como campo de batalla. Así pues, no hay que temer al encasillamiento de momento.
     La cuestión es que en el camino me he encontrado mil oportunidades para hacer algo distinto o no. Saber decir sí o no a tiempo es fundamental a la hora de construir una carrera literaria. Cuando digo oportunidades, digo literatura por encargo. Te ofrecen participar en tal antología o presentarte a cual premio, y ya depende de ti decir sí o no. Hay algunas de esas oportunidades que son maravillosas, ya que suponen escribir algo totalmente nuevo, o publicar junto a autores a los que admiras, en una editorial que es la polla... Puede que un día te ofrezcan un proyecto maravilloso y no tengas tiempo, o no tengas ganas, o no sepas administrarte.

2 comentarios:

  1. Ya el hecho de que lo hayas publicado es meritorio. Y espero poderlo leer, en verdad.

    ResponderEliminar
  2. Solo puntualizar sobre un pequeño punto de este texto: Jose Alberto Arias Pereira es Jose Alberto Arias Pereira, ni más, ni menos... En cambio yo, de joven quiero ser como tu. je.
    Saludotes.
    Mundoyás

    ResponderEliminar