9 de noviembre de 2020

Vivir del cuento

Cuando empecé a escribir "en serio", esto es, con el firme propósito de crear ficción, me aventuré en el curioso mundo de los premios literarios. Hay en España tantos premios literarios (algunos tan sesgados) que, por estadística, alguno acabé ganando. Escribía mis relatos, generalmente de terror, y luego los enviaba al tuntún a aquellos certámenes que se adecuaban a mis escritos. Lo habitual era recibir algún pequeño premio metálico, que si 200€ por aquí, 150€ por allá, que supongo luego me daban para comprar libros, películas y series. Esto me llevó, además, a lugares tan diversos como un pueblo sevillano, Arahal, a Pinos Puente, en Granada, la misma noche de la cena de mi promoción de 2º de bachiller, a que me entrevistaran y publicaran en revistas municipales y cosas de ese tipo.

No tenía yo ni idea de que hay gente que vive literalmente de esto, gente que estudia convocatorias, y aquellas que considera accesibles trata de ganarlas a toda costa. Entre un premio en un pueblo de Soria y otro en la Orotava, al final hay quienes se sacan un sueldo. También descubrí más adelante que mi admirado Roberto Bolaño era un habitual de estos concursos, que le permitían un ingreso extra para su precaria situación económica antes del boom del Herralde y Anagrama y demás.

Cuando comencé a escribir novelas, fui descolgándome de los cuentos y relatos. No obstante, iniciativas como  mi paso por la web El Cuentacuentos o entrar en la ya extinta Nocte, la asociación española de escritores de terror, hicieron que mantuviera mi creación en la ficción corta. Sin embargo, ya escribía estos textos con un objetivo marcado, desde participar en la web o en antologías de terror. No participaba en concursos, y si lo hacía era con libros de cuentos enteros. Así nacieron Nosotros, que poseemos la tierra o Donde mueren los monstruos.

Con dos libros de relatos publicados, he de reconocer que en los último años he abandonado un poco el género salvo por las publicaciones colectivas donde he tenido la suerte de colar algún relato. Incluso he llegado a escribir algún relato que finalmente no he publicado porque he llegado tarde a la  fecha de publicación o no me convencía la propuesta editorial. Lo bueno es que en esos relatos sin puerto acabo por detectar ciertos puntos en común que tal vez me lleven a un tercer libro de relatos.

Y ahora me he propuesto firmemente volver a escribir cuentos. Hay muchas convocatorias, algunas golosas por el tipo de publicación  que suponen o por el incentivo económico, así que llevo unas semanas dedicándome a escribir nuevos cuentos, en su mayoría de terror, y enviando a distintas convocatorias. Con suerte, pronto tendremos una nueva tanda de antologías con mis aportaciones.

Ya sé que nunca podré vivir del cuento, pero seguiré contando hasta que me falten las fuerzas.


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