15 de abril de 2011

La muerte os sienta tan bien

A Carmen Pereira Montávez
Esta habitación es el limbo
pero en esta habitación no cabe el limbo.
La literatura no nos salvará la vida;
la literatura no puede salvar el mundo.
Las lágrimas no sanarán este acongojo.
Visualizas la escena mil veces en tu cabeza
y mil veces errarás al ejecutarla.
La negación de lo evidente, el llanto público;
la sangre que sedimenta en las venas,
que se le va el color (la color).
“Con lo que se alegraba cuando le decíamos algo de
Su Jose…”
Aparta tu mirada de mis lágrimas, ten la decencia
de dejar que me derrame a gusto. A solas.
A la deriva.
Todos besan aunque los besos han perdido
su cociente intelectual_emocional.
Los opuestos no entienden las razones del otro. Que las habrá.
Sólo el adiós que pesa (como una losa).
Asimilamos el dolor como la codeína
y nos volvemos adictos
y celebramos que ya estamos muertos.
Supurar las incongruencias no es ni mucho menos lo mismo
que depurar el ánimo.
Un te quiero a destiempo no vale nada.
El peso atómico de un te quiero a destiempo
es menos veinte.
Y fin.

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