Artículo escrito a la salida del segundo álbum de la cantante, año 2009
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“He estado durmiendo a dos metros bajo tierra, y ahora he decidido dormir sobre la tierra”.
Con estas palabras vuelve Mª Nieves Rebolledo aka Bebe al mundo real. A pesar de todo. A pesar de la vorágine, de la fama y el desengaño. Cinco añitos tardó la extremeña en dar el salto y sentirte segura de sí misma. Tan segura como el rotundo título de su segundo disco: Y. (léase “y punto”). En boca cerrada no entran moscas.
A mí me gusta Bebe. Diría más, me gusta Bebe e incluso sus versiones de Antonio Vega y (Dios me ampare) Nirvana. Porque Bebe es una mujer que tiene muy claro quién es, y no pretende convertirse en un ídolo de masas. Eso a ella no le sale. Bebe es, además de cantante y actriz (Al sur de Granada, Caótica Ana), un monstruo creativo. En el escenario, como los más grandes, no tiene la voz más bonita o el mayor rango vocal. Eso a ella, como a sus seguidores, le da lo mismo. Es un huracán con una fuerza imparable. Jalea al público, a sus músicos, se vuelve salvaje, divertida, libre… Igual te canta Smells like teen spirit que el tema de cabecera de Aída: es un todoterreno, un monstruo escénico como lo fuera en su tiempo Lola Flores.
Lo ecléctico de su propuesta va más allá de toda crítica. No se trata de mero mestizaje, sino de todo un estilo de vida, una filosofía llevada al terreno musical. Si en Pafuera telarañas aparecían dos Bebes contrapuestas, la Bebe melancólica y la Bebe optimista, en Y. sólo existe la Bebe Bebe. Y punto. Es que no hace falta más. No son pocas las hostias que le han caído ya por parte de los mismos que en 2004 la ponían por las nubes. La llegada de Bebe suponía la victoria de los progres en su empeño por encontrar un nuevo estandarte. Ella no se había puesto ninguna etiqueta cuando ya la llamaban abanderada de causas como la violencia de género, la figura de la mujer contemporánea… todo ello por canciones que se convirtieron en himnos (Malo y Ella) a punto de pudrirse en la radiofórmula. Supongo que a Bebe le pasó algo parecido, de modo que tras acabar Caótica Ana se fue, como canta ahora. Se fue nadie sabe muy bien dónde con su guitarra y su cuerpo (“ay cuerpo, cuerpecito mío, qué caña te he metío en estos años…” dice en Sinsentido) y sus cuadernos; se fue, pero sólo en parte, porque en 2007 la vimos subir a un escenario distinto a recoger el Goya a la mejor canción por Tiempo pequeño, ese tema tierno de La educación de las hadas.
Lo de las hostias de las que hablo es algo que no entiendo, y es que por ser como es, por dedicarse a su vida, a su música, a su alma ya hay quien la ha llamado vendida o fruto de un día, o perro flauta o cosas aún más estúpidas. Porque su segundo disco no entra a la primera como lo hacía el primero, o no de esa manera tan espontánea. ¿Se trata acaso de un disco anticomercial? Para nada: es su disco nuevo, un paso adelante en su vida, y no hay vuelta de hoja. Y sinceramente, creo que Y. es un disco tan a reivindicar o más de lo que lo fue Pafuera telarañas, y quien busque himnos, los encontrará en temas como Cuanto + me sujetas o, para el que escribe, en el más flojo del disco, La bicha; y quien busque sexo (la imagen de Con mis manos no es que fuera precisamente sutil), ahí tendrá Qué mimporta o el triángulo amoroso de Uh, uh, uh, uh, uh. Y hay temas tiernos. Y temas movidos. Y Bebe por todas las esquinas. Porque si algo bueno tiene la música de esta mujer es que no se deja embrutecer por la producción de un Carlos Jean que, por su parte, ya empieza a oler.
En definitiva, Bebe se ha tenido que desintoxicar de la fama y volver a acordarse de quién es para crear música nueva. Ha sido madre, ha crecido, se ha curado y nos lo cuenta en todas y cada una de sus canciones. Y eso es un motivo de celebración.
“Soy extrema y dura, y a mí qué más me da lo que de mí quieran pensar si soy capaz de conseguir escapar de este remolino de mentiras es verdad que puedo con más y con lo que me echen”.
En sus canciones susurra, grita, folla...pero siendo Bebe. Recemos por que el nuevo disco sea un buen paso (quiero olvidar que existe el K.I.E.R...)
ResponderEliminarTú lo has dicho, Manolo :)
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