4 de diciembre de 2011

Cuentacuentos 51

Ésta es una iniciativa de El Cuentacuentos que consiste en escribir un cuento semanal a partir de una frase dada. Frase de El Señor de las Historias: "Deseaba que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma."


-Deseaba que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma.
     El médico le sonrió como muestra de confianza, aunque sus ojos decían otra cosa.
     -Elena, me han pedido que venga yo porque nos conocemos.
     -Pero no pasa nada, ¿verdad?
     -Sí y no.
     -¿Qué pasa? ¿Es que ahora eres gallego?
     -No, verás. Tenemos los resultados de la citología biopsia. Las células son malignas.
     Los ojos de Elena se empañaron de forma súbita. Abrió el bolso y bajó la mirada para evitar los ojos del médico.
     -No obstante, no tenemos por qué preocuparnos. El tumor se encuentra muy localizado, de momento no hay riesgo de metástasis.
      -No se ha extendido.
     -No, no se ha extendido. Podemos operar cuanto antes, Elena. Debemos hacerlo cuanto antes para que la cirugía sea lo menos invasiva posible.
    Ella afirmó con la cabeza y se quedó mirando a la pantalla fluorescente de las radiografías como si en esa luz, en ese fino cristal estuviera la respuesta a su vida. Óscar, el médico, se sentía incómodo. Se limitó a juguetear con el bolígrafo de propaganda entre sus manos. Los pacientes siempre necesitaban tiempo cuando les daban una noticia de ese tipo, unos más que otros. En una ocasión, durante su residencia, había pasado quince minutos de reloj frente a un paciente de cincuenta años con cáncer de próstata, uno frente al otro en profundo silencio, el silencio más espeso, el silencio más patente, a pesar de que Óscar deseó con todas sus fuerzas que sonara el teléfono sobre la mesa o irrumpiera una enfermera con carpetas de casos llenas de vidas a punto de cambiar. Miró los formularios sobre la mesa y los folios con el logo del hospital, y de pronto el papel se le antojó cruel y horrible, porque el papel contenía viros en la vida de muchas personas.
     -¿Cuándo? -preguntó al fin ella.
     -Siendo tú, trataré que sea a más tardar de aquí a dos meses. Tu caso está clarísimo y no debería dar más complicaciones. Sólo hay que intervenir en el bulto localizado, tal vez algunas sesiones de radioterapia.
     -¿Y quimio?
     -En principio, no.
     -Soy muy joven. Sólo tengo cuarenta y dos años, Óscar.
     -Por eso no hay que preocuparse. Lo hemos cogido a tiempo, será rápido y volverás pronto a casa.
     -¿Perderé el pecho? -preguntó Elena, y se llevó el dorso de la mano al pecho de forma inconsciente.
     -No. La cirugía no es demasiado invasiva, y el equipo de cirujanos del hospital son expertos en reconstrucción, en caso de que fuera necesario.
     -Óscar, no me quiero morir -dijo, y se echó a llorar.
    Se había derrumbado. Había tardado más de lo que Óscar había considerado en principio, pero ahí estaba. No podía con eso. Era normal, porque era su vida. Óscar lo intentaba, pero no lograba nunca ponerse en el lugar de quien se sentaba al otro lado de la mesa. Por supuesto, él también había sido el paciente en algunas ocasiones, pero no el cáncer. Él, que se había especializado en el cáncer, que había hecho de la enfermedad su vida, no podía llegar a entender el miedo que inundaba a los enfermos, por mínimo que fuera el impacto del cáncer en sus cuerpos. Se ponían de lado de los enfermos, hacían una piña y miraban con suspicacia al médico, creían que existía un complot para no acabar en pleno siglo XXI, con la principal causa de muerte, ya que los enfermos mantenían el sistema económico de los países por su constante dependencia de farmacéuticas y hospitales. Creían que sus vidas dependían por completo de la voluntad del médico. También que un buen médico (en el sentido de generoso, desinteresado, humano, no profesional) puede salvarles y un mal médico, condenar al enfermo. Todo tan complejo.
     Óscar aprovechó el momento en que Elena desvió la vista al reloj para concluir la consulta.
     -Bueno, creo que eso es todo. Te dejo el informe con los resultados. Al salir le dices a Sonia que te haga una copia y te dé cita.
     -Muchas gracias, Óscar.
     -Elena -dijo -, no te tienes que preocupar por nada.
     Ella cogió el sobre con manos temblorosas e hizo un amago de sonrisa. El joven médico se levantó y le apretó la mano de manera contundente, con la intención de inspirarle confianza.
     En cuanto salió, Óscar se mesó el cabello y suspiró. Cogió un bolígrafo y, sin pensarlo, sin mirar en el cuaderno, dibujó un bisturí.
     Nada más salir, Elena se dejó caer en la silla más próxima. No miró alrededor, sencillamente empezó a llorar y una vez abrió el grifo, le fue imposible detener el torrente. Pronto Sonia, la enfermera, se sentó junto a ella y le pasó el brazo por encima del hombro. Con la otra mano le quitó el sobre y lo abrió, echó un rápido vistazo a todo y dijo:
     -Pero hija, ¿es que no ves que esto no es nada? Si esto entras y al día siguiente estás fuera, que es como un quistecillo, no te pongas así, que esto no es nada. Lo hemos cogido a tiempo.
     Sonia sonrió, y Elena le devolvió el gesto. Tenían razón, no era tanto. Cortar un poco de su carne, salvarle la vida a cambio de un trozo de su carne, pagarle la vida a la Parca a cambio de un bocado de su carne. Se dijo que era una tonta por ponerse así, que no había nadie en el mundo con más ganas de vivir.
     Puto cáncer.

16 comentarios:

  1. Uff, madre mia, que duro es todo lo relacionado con este tema, y como nos toca a todos. Muy bien expresado. Un besoteeee

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  2. Dos historias, dos comentarios, es lo justo.

    De nuevo bien, muy bien. Directo al mentón del lector, golpe, golpe y saludo final. Bien el detalle de la humanidad del personaje secundario, y bien desgranados los sentimientos de esa fatídica mesa.

    Un saludo,

    SdlH

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  3. Particularmente me gusta mucho más esta historia, pero no por ello he de restar méritos al hecho de que hayas escrito dos relatos a partir de una misma frase. Conmovedora y cercana tu historia sobre el cáncer. ¡Enhorabuena!

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  4. Uf qué mal cuerpo se me ha puesto mientras leía. Sólo voy a añadir esto "Yo también digo que: puto cáncer".

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  5. Ahora estoy llorando, la historia es dura pero me ha tocado demasiado. Quizá no estaría llorando si la edad de tu protagonista no estuviese tan cerca de la edad de mi madre, quizá tampoco lo estaría si mi madre no se llamase también Elena y quizá tampoco lo estaría si el mes pasado no hiciera tres años que mi madre está luchando contra ese mismo cáncer...

    Esta vez me has tocado la fibra, porque parece que me has leído el alma...

    Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

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  6. a mi me toca la palabra en sí, ha sido un año de mierda y mucho debido a esta enfermedad.

    voy a por el siguiente. besos

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  7. Sin duda un tema complicado que no es fácil tratar. Me ha recordado a la peli de "mi vida sin mi", no sé si la has visto, pero hay una escena similar al principio de la peli, y tus palabras me han hecho situarme en esa misma consulta.

    Voy a por la segunda ;)

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  8. La calidad de tus textos se ve al leerlos, está ahí.
    Mientras el Puto cancer siempre está oculto, y hoy el diario Sur da la noticia del descubrimiento de un tratamiento que lo combate con éxito en su página cuarenta y tantas, por detrás de los deportes, de los cotilleos rosas, de los anuncios de coches, de la cotización de la bolsa, etc... puto sistema

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  9. Buff vaya temita...

    He de reconocer que he acabado de leer tu historia con alguna que otra lágrima asomando, y es que no me toca directamente pero sí lo he tenido cerca, y es duro, muy duro.

    Describes a la perfección cada instante de la escena, haces que sea muy real. Mi enhorabuena por la historia.

    Voy a por la siguiente ;) Besos!!

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  10. Un relato sobre una enfermedad que por desgracia, en estos tiempos, está a la vuelta de la esquina. Nadie puede escapar de ella y cuando menos te lo espera ahí está. Lo único que podemos hacer es confiar en los avances médicos y poner todo el valor y las ganas de vivir por nuestra parte para poder vencerlo.

    Te dejo besos y polvo de Hada.

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  11. Un relato crudo y realista. El médico que por su especialidad y las rutinas de su trabajo, termina con un callo que envuelve su corazón. La paciente que escucha la palabra cáncer en mayúsculas y subrayada en negrita, porque esta vez le tocó a ella. El finalmente abrir los ojos y aferrarse a la vida con espada en mano... Una crónica dura y muy bien narrada.

    ¡Un saludo!

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  12. Se me ha borrado el comentario. Qué bien. Vuelvo a intentarlo.

    Dado que voy a volcarme en los elogios en tu otra joya, voy con los peros (y debo admitir que me los han apuntado de fuera, yo no había caido):
    - En lugar de una citología (ginecólogo), seguramente tendrías que haberte referido a una biopsia.
    - Si el médico trata la prostata, es un urólogo, así que el médico sería otro tb!

    Por qué te digo esto? Porque eres bueno, jodidamente bueno, así que no debes aspirar a nada que no sea la perfección. Los personajes son perfectos y el diálogo fino y fluido, así que solo falla san Google...

    Igualmente, eres un crack!

    Aarón

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  13. Joder, Brian.
    Has tocado un tema que me pilla MUY de cerca. Aun así, y quitando los peros que el socio te ha comentado en el anterior comentario (que son ciertos...), lo has bordado todo con suma delicadeza y calidez.
    Un 10, Brian...
    Me voy a leer el otro, por si acaso en éste te bajo la nota. ;)

    Hell.

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  14. Pues la verdad que sí ha sido una casualidad y de las grandes. Según iba leyendo iba recordando aquellos momentos que ya están tres años más lejos, pero parece que fue ayer...

    Y en casa con paciencia y muchos ánimos porque todo termine ya y poder olvidarnos de esto. La suerte que tuvimos es que mi madre sacó las fuerzas no sé de donde, pero sólo se permitió derrumbarse una vez, del resto siempre para adelante y con la cabeza bien alta. Verla a ella con tanta fuerza nos ayudó también a los demás...

    Increíble que en la distancia un relato pueda tocarme tan cerca. Besos enormes rubito!

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  15. El cáncer, tan hijo de p*** como siempre, yo trabajo con células tumorales y creeme son lo peor que te puedes encontrar, mi abuelo murió de cáncere de hígado hace mucho tiempo, de los primeros casos de cáncer, cuando todavia no se sabía nada prácticamente. Hoy en día cada vez hay más soluciones para depende de que tipo de cancer, el de mama por ejemplo esta casi curado, los cerebrales por ejemplo dan una esperanza de vida de un año tras ser detectados, incluso sometiendote a extirpación.

    Muy real tu relato, muchas emociones, supongo que yo pensaría lo mismo si me encontrara en esa situación y hay que sacar fuerzas de donde sea para seguir adelante, muchas veces no solo por ti mismo, sino por los que te rodean

    bessos

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