Deseaba que fueras tú. Lo deseaba con toda mi alma. Ya sabes que sólo deseamos así los niños. Vamos, di algo, sé un valiente. Abre los ojos... no, ya los tienes abiertos. Cierra los ojos, mueve tus bracitos, haz algo. Sabes que puedes; si yo quiero que los muevas, puedes moverlos.
Pero no le digas nada de esto a papá. Te contaré una historia, te voy a contar cómo llegué aquí. Jopeta, no pongas esa cara, también te cuento cómo llegaste tú. Después de todo, tú apareciste en medio de mi historia.
El primer recuerdo que tengo es el grito de Álvaro en medio de la noche. No los gritos, porque era sólo uno. Su grito llamando a su madre. Luego todo son agujeros en mi cabeza porque era muy pequeña. Los niños pequeños no podemos recordar, Curro. Yo ya recuerdo, me acuerdo muy bien de todo desde los tres años y medio, pero de antes casi no me acuerdo. Luego me acuerdo de Mariana, la cocinera que me daba bizcochos cuando nadie miraba, y de Mercedes, la cuidadora, que me contaba cuentos mientras me peinaba y me cambiaba la ropa. Con ella aprendí a contar historias.
Luego vino Alicia, que era mala y siempre hacía daño a todos los niños del orfanato. A mí sólo me hizo daño una vez, pero entonces le pasó algo malo. Fue la primera vez que me di cuenta. Se quedó atrapada entre el somier y el colchón, como si la hubieran metido entre dos trozos de pan, y entonces me pidió perdón y le dejé que llamara a Mercedes. Luego se llevó una buena tunda por hacer tonterías, porque se podía haber ahogado debajo del colchón. No se chivó.
Los niños siempre se portaban bien conmigo porque era de las más pequeñas. Había niñas con un año o dos menos que parecían mayores de lo pequeñita que era yo. Cuando cumplí cinco años, vino una familia a mirarme.Yo quería que me llevaran con ellos, así que estuve toda la mañana con Estrella haciéndome trencitas en el pelo y hasta me puse calcetines de croché blanco para que no se me vieran los morados de las piernas, porque los niños a veces eran demasiado brutos. Estuvieron media hora conmigo, me dieron chucherías y me pusieron a dibujar; me dijeron que, si les gustaba el dibujo, lo colgarían en mi cuarto si me llevaban con ellos. Les quise hacer el dibujo más bonito del mundo, y dibujé a Alicia en la cama, entre el colchón y el somier, con las lágrimas y todo, y yo de fondo, con el pelo lleno de trenzas, sonriendo mucho, muy feliz porque quería que me llevaran con ellos. Cogieron el dibujo, sonrieron y se miraron entre sí. Les expliqué el dibujo para que lo entendieran, ella lo guardó en su bolso y se fueron. Me dejaron la bolsa de chucherías y se fueron. No volvieron jamás.
Cuando cumplí seis años, me empezaron a dejar salir. La ciudad era enorme para alguien tan pequeño. Los perros me ladraban y los gatos salían corriendo cuando me veían, pero a mí no me importaba. Nadie caía en mí, porque era una niña sola y pequeña con ropa sucia. Pero entonces te vi a ti, sí, a ti, muy atento porque ahora empieza tu historia.
Qué tonto. Ahí estabas, quieto entre los peluches gigantes de pingüinos y perros con cara de idiota, con tu carita marrón y tus ojos negros de plástico. Te brillaban los ojos. Un osito al que le brillaban los ojos. De repente, agitaste el bracito para decirme hola. Entré y el dependiente ni me miró, tan pequeña era. Me acerqué al escaparate y te dije hola, y me dijiste "Me llamo Curro" y me diste un abrazo. Un niño que pasaba por la calle se nos quedó mirando y lo tiré al suelo. Me tuve que ir sin ti, éramos pobres.
Entonces llegaron los dos hombres con traje al orfanato, varios días después. Me preguntaba qué habría sido de ti, si no te habrían comprado ya, si seguirías vivo. Me pregunté, en fin, muchas cosas. Los hombres me quisieron, pero yo no sabía que venían juntos, que me querían llevar, que se querían mucho, que eran dos papás y ellos me querían. A ellos no los engañé, les dije que me llamaba Úrsula y que era una bruja. A ellos les hizo gracia, se rieron conmigo, pero se fueron. No entendía nada, volvía a quedarme sola.
Por eso provoqué el incendio en el orfanato. Fue fácil. Sólo tuve que mirar la sábana con muchas ganas, imaginar que ahí estaba el fuego, y lo estaba. Lo que pensaba, ocurría tal y como me había propuesto. Nos echaron a todos en mitad de la noche, descalzos y en pijama. Entonces vi a los papás. Venían preocupados porque habíamos salido en la tele y estaban buscándome. Gritaban mi nombre, pero yo era muy pequeña entre todos los niños, así que me puse a volar un poquito, lo justo para que me vieran. Papá me cogió en brazos y esa misma noche me trajeron con ellos.
Al día siguiente fuimos de compras y les hablé de ti. Ya no estabas en el escaparate, y me eché a llorar. Qué tonto, te habías escondido debajo de una estantería para que nadie te comprara. Menos mal que tosiste y saltaron pelusas por todas partes. Te compramos, no eras muy caro, siento decírtelo. A los papás les encantaste, me dijeron que les gustaba tu nombre. Curro, Currito, mi primer juguete propio. Para nadie más, sólo mío. El osito de Úrsula, así te llamaban.
Nos hicieron compartir habitación a ti y a mí, y entonces todo empezó a torcerse. No aguantaba el silencio. Les oía gritar y hacer ruido en su habitación, papá y papá, Jaime y Carlos, toda la noche haciendo ruido. Por eso te dejé salir por la ventana, Curro, y por eso me has pillado de pie en medio de la habitación. Por eso quiero que me repitas todo, todo lo que has visto ahí, antes de que vengan ellos y nos pillen despiertos y nos echen de casa. Curro, habla, o tendré que arrancarte un bracito, o tendré que quemar también esta casa. Cuéntamelo todo, Curro.
Quiero saber qué hacen los hombres cuando los niños duermen.
Vaya, me ha sorprendido el final, de repente me he imaginado a Ursula de forma sádica. je. Espectacular como siempre, para no variar, al principio no he captado muy bien hasta que he entendido que era un orfanato (después de leer varias veces). Felicidades, he flipao colega.
ResponderEliminarMundoyás
Bueno, bueno, vuelves por todo lo alto, con un 2x1 ni más ni menos! :O
ResponderEliminarLa primera historia cruda, real. Bien contada, bueno, eso en ti normal ;)
La segunda sensacional. Ese final, ese principio, esa forma de contarlo, de elegir las frases... perfecta!
Ay, es que vas a acabar traumatizandome! cada vez que vea a un niño voy a temblar! jajajaja. No se como se te ocurren estas cosas, sensacional (of course). Voy a por la otra.
ResponderEliminarBesssssissss
Decir que un relato es muy "Brian" es sinónimo de bueno, crudo y, por qué no, perverso. Me ha gustado, y me ha preocupado. Pero de eso se trataba, ¿no?.
ResponderEliminarQué decirte, tienes el oficio.
Un saludo,
SdlH
Esta niña da mucho mal rollo. Se la ve fría por dentro, sin sentimientos...
ResponderEliminarUn relato de los que me gustan, de los que podrían llegar a impedirme conciliar el sueño.
Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.
yo ya te lo dije una vez, me enamoro de tus personajes, de tus historias y cuando hay niños de por medio contándolas más, y no sé porqué, porque para colmo no me gustan los niños, pero sí las historias contadas desde su persona, o más bien la tuya.
ResponderEliminar1 beso guapo
Se que no hay que elegir, pero me quedaría con esta historia! No me preguntes por qué, pero tienes un don especial para contar historias de niños!
ResponderEliminarImpacta el paso de un relato a otro, del sonido del pensamiento, de las lágrimas que caen por dentro al sonido de un niño, de sus inquitudes, de su mundo tan mágico como desconocido para los adultos.
ResponderEliminarSon dos maravillas literarias impregnadas de fantasía y cruda realidad.
Me has dejado sin palabras con esta historia, no sé muy bien qué decirte porque sigo intentando salir del mundo en el que me has metido. Un relato muy bueno que engancha desde la primera palabra, sencillamente genial.
ResponderEliminarLa niña da muy mal rollo, sí, pero siempre es un placer pasar a leerte.
Besos!!
Este otro relato me ha puesto los pelos de punta. Úrsula es una niña, pero da verdaderos escalofríos la frialdad que muestra siendo aún tan pequeña, no quiero ni imaginarme cómo puede ser cuando crezca.
ResponderEliminarTe dejo besos y polvo de Hada.
Es la primera vez que leo en este blog y la historia está muy bien, qué gran narrativa. El resto te lo han dicho ya bastantes veces en comentarios anteriores, así que nada, me quedo con destacar lo que para mí ha sido un hallazgo. Un saludo
ResponderEliminarBrrr escalofrío! desde luego eres único para tejer historias oscuras desde una premisa aparentemente inocente. Muy buena historia.
ResponderEliminarUn placer leerte :)
Con este relato sí que sí me postro a tus pies. Me ha encantado, pero vamos, siendo esta tu casa, no me extraña lo más mínimo. Es impactante como puedes usar a una niña y su peluche para acojonar así!
ResponderEliminarYo también quiero saber lo que hacen los mayores cuando los niños no están. Aunque, desde que leí El Señor de las Moscas, me preocupa más lo que hacen los niños cuando los que no están son los mayores...
Un abrazo!!!!
Aarón
Joder...
ResponderEliminarSúmate el doble de los puntos del otro a éste también.
Nada más que decir, no sea que me arda el iMac.
Hell.
tu que pasa? de frase a frase y doble relato porque me toca?? :) genial este también, la niña la verdad es que da muy mal royo ademas, es capaz de descuartizar al pobre oso si no le dice lo que hacen sus padres, miedo me da cuando tenga niños y empiecen a preguntar cosas XD
ResponderEliminarbessos!