24 de septiembre de 2012

Madrid: una guía de supervivencia 1/2




Soy de Jaén, en concreto de Bélmez de la Moraleda. Acabo de pasar mi primer año en Madrid, tras la catastrófica llegada a lo Paco Martínez Soria, y es que un pueblerino nunca está lo suficientemente preparado para la capital. Con lo que me gusta a mí hacer recuento y esas cosas, creo que, en vistas a un posible segundo año en Madrizzz, ha llegado el momento de hacer recuento de lo aprendido y escribir una pequeña guía para el Jose del año pasado, aquel muchacho comedido e idealista que desembarcó en la Residencia de Estudiante a golpe de corazón.
Jose, vas a pasarlo bien. Tenlo en cuenta desde este momento, amigo, y pasarlo bien en Madrid no es difícil. Sólo hay que tener ciertas nociones de:

TRANSPORTE
Hazte con una bici de segunda mano. Busca en Internet: hay gangas. Luego, para cuando tengas problemas (porque eres un inútil y un manazas y lo sabes), puedes visitar algún taller o sitios especializados. En Embajadores, por ejemplo, un poco más arriba de Tabacalera, en esa misma acera, hay un pequeño taller donde tiene pinta de hacer las cosas bien por un precio razonable. Si no, cuando pinches (que pincharás, y a  menudo), hay otro taller en Canal, en una de las placitas que hay justo debajo, entre el mismo Canal y la Castellana. El dueño es un viejo con malas pulgas, pero te venderán una cámara y una bomba.
De todos modos, si te vas a desplazar poco, anda, camina, pasea, que es bueno para la circulación. Dos paradas de metro son un paseo agradable. Tres, también; cuatro, ya va cambiando la cosa. Cuando tengas que desplazarte algo más o no sepas muy bien cómo llegar a alguna parte, pilla el metro. Es eficiente y rápido. Cuidado, cada semana sube el precio del billete sencillo. Si vives en Madrid durante un año, igual te conviene empadronarte para tener una de esas tarjetas de residentes con las que los viajes en transporte público son más económicos. Siempre que puedas, haz un simpa. Si te pillan por casualidad, pronuncia tu acento andalú y hazte el despistao, das una dirección falsa, a saber, Calle Pez 14, 3ºA derecha, y sigues como si nada.
El taxi resérvalo para altas horas de la madrugada y situaciones críticas. No es tan caro como, digamos, en Sevilla, pero tampoco es un regalo. Si puedes, comparte la carrera con alguien y partes gastos. Como ves, esto de desplazarse por los madriles es pan comido. ¿Para qué te quieres desplazar? Para tres tareas fundamentales.

COMER
Te gusta comer, pero eres pobre. Madrid está llena de posibilidades. Sin embargo, olvídate de las tapitas de Granada, eso de que te pongan un montadito con una caña. En Madrid, eso lo pagas. En Granada también, pero de forma encubierta. Las posibilidades de Madrid, a lo que íbamos.
Si te va lo castizo, barato y cutre tienes el Museo del Jamón, muy económico para ti, pobre pardillo sin nómina. Si aspiras a algo castizo y menos ideado para guiris, cualquier bar de la Latina o del centro te servirá para comer croquetas y calamares o montaditos deciliosos por un precio sensato. Pero para croquetas de quitar el sentío, vete a Casa Julio, por Malasaña, busca y encontrarás, y prueba todas las variedades y unas bravas, por dios. Y si algún día estás holgado de presupuesto, vete a Chueca al Mercado de San Antón, donde tienen unas tapas y montaditos cojonudos. Y croquetas, y comida de todas partes.
Porque para qué engañarnos, a ti lo que te gusta es la comida del mundo, y Madrid está llena. Por ejemplo, a ti la comida china nunca te volvió loco, pero los chinos verdaderos de Madrid son imposibles de rechazar, en concreto dos: el que hay en la calle Silva, por Gran Vía, Ni Hao. Chino, chino de verdad; el otro, el Rey de los Tallarines, donde tienes que probar la pasta que ellos mismos preparan y la ternera, con la mejor salsa del mundo entero.
Sí, el chino está cojonudo, pero la comida japonesa ya son palabras mayores. En el mismo mercado de San Antón hay un puestecito donde el sushi no sale muy caro, está riquísimo, el lugar estupendo y te molará. La otra opción es, en la placita malasañera de San Ildefonso, el japo que hay, con menuses por diez euros y comida muy rica y un lugar también muy molón. Además, las calles colindantes te gustan todas, de modo que pasarás ahí tiempo y tiempo y tiempo de tu vida.
Porque, por ejemplo, sin salir de este barrio, en la calle Espíritu Santo hay un italiano take away que está genial, hacen una pasta y una pizza espectaculares, aunque progresivamente irás olvidando la comida italiana en pos del resto de comidas internacionales.
Vete a Lavapiés. Cualquier indio vale la pena. Prueba en un africano, a ver qué te dice la comida típica. Prueba todo Lavapiés. Te harás un favor.

Salir, beber
Malasaña es tu templo.
Para ir de bares, es tu zona. Hay mucho y muy variado, desde garitos rockeros como El Rey Lagarto (para algo eres de Jaén), o tu preferido, el Nueva Visión, aunque todo el mundo lo conoce como el Club de Fans de Los Ramones. Prepárate: es tremendo. Y eso te encanta. Hay humedad, huele mal, no está precisamente limpio, sólo hay personajes, lo amas, lo amas, lo amas. Cerveza a dos euros entre semana. Y la mejor música, eso es indiscutible. Viejos rockeros que pinchan a Aretha Franklin. AMOR.
Pero empecemos la noche. Beber barato y mucho: el Palentino, también en Malasaña. Copas a 3 euros; será veneno, pero son 3 euros. Se llena mucho, ve temprano. Abre hasta las 2. En la calle del Teatro Alfil, justo frente a la tienda de cómics más friki del mundo (te encanta). Luego, entrada la noche, casi siempre te dividirás entre cualquier bareto que investigar (el Bukowski tiene recitales todos los miércoles) y el Vía Láctea, en la calle del de los Ramones. Te encanta. Muy mucho. Te recuerda a bares de Granada. Hay pegatinas de bares de Granada, el Patapalo y el Tornado. Cuando estés listo para una sesión de moderneo, vete al Tupperware, aunque petadísimo siempre, colas en la puerta.
Fuera de Malasaña también hay vida, joder. Fotomatón cerca de Plaza España, Contraclub por la Latina, Costello en Montera. Hay, Jose, hay. Muévete.
Acabar la noche. Si quieres pagar, opta por el Barco o la Nasti. Malasaña a tope. Aguanta como un campeón, la noche puede traer descubrimientos. Aguanta, va. No hace falta que gastes demasiado, siempre te quedará la opción de comprar una cerveza en los chinos de la calle. Si no quieres pagar, vete a la Burly, que está en una paralela a Montera, aunque muy temprano o muy lleno de paciencia. Mola, abren como hasta las seis y pico, y luego tienes la opción de unos churros con chocolate en San Ginés o Valor, ambas chocolaterías bien cerquita. La Burly: buena música, buen ambiente, bien de precio. Ideal para poner colofón a la noche madrileña... y lo más importante, IT'S FREE!
Pero no todo va a ser bares y moderneo de noche, ya que durante el día hay mucho que hacer. De nuevo te mando a la Latina o a Malasaña a descubrir cafés y bares más relajados, irlandeses y cosas así... no sé, sitios como Tipos Infames o el Freeway.

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