12 de agosto de 2013

Felices veintiséis

Texto escrito el viernes 9 de agosto
Hoy cumplo 26 años.
Hace mucho que no me siento así. De hecho, creo que nunca me he sentido así. Sólo se cumplen 26 años una vez en la vida. El tema es descubrir el motivo por el que me siento así, y en teoría debería resultar fácil, ¿no?
                Me siento así, maduro, con 26 años, porque por primera vez estoy viviendo fuera de la burbuja, he asumido la independencia como una forma de existir y he puesto distancia con respecto a la nave nodriza. Me gusta vivir de lo que hago o he logrado hacer por mi cuenta, en las condiciones miserables en las que vivo por mucho que trate de salir de esta situación que a algunas mentes ¿pensantes? se les fue de las manos. Siento que ya nadie puede torearme y que cada experiencia supone aprendizaje.
                Hoy me he pintado las uñas. Escribo estas palabras con las uñas pintadas, y es como si alguien que no soy yo escribiera, aunque mis errores me delatan. La torpeza de mi mano izquierda sigue siendo evidente, diría que cada día más. Al menos, cinco años más tarde puedo decir que recuperé la sonrisa. Creo que nunca pretendí que una circunstancia vital determinara toda mi existencia, y por eso no siempre confieso que en verano de 2008 estuve a punto de no contarlo.
                Soy un hombre. Tengo cuerpo de hombre, me miro en los escaparates (no escapo a mi naturaleza narcisista) y descubro a un desconocido que me mira con barba y con ojeras. Soy un hombre con las manos llenas, con el cuello lleno, con el pecho lleno de algo, y sé ponerle nombre. Me he enamorado, creo. Otra vez. Qué cojones creo, estoy segurísimo de ello.
                Me he cansado de buscar a la manic pixie dream girl perfecta, loca y atávica; he descubierto que el amor tiene formas extrañas. Ya lo dijo Federico, joder, cada día amo más a Federico: Puede el
hombre, si quiere, conducir su deseo por vena de coral o celeste desnudo. Me gusta desnudo, me gusta vestido, me gusta mientras duerme, cuando se pone cínico o se enfada porque es más cabezón que yo. Me gusta lo que no me gusta de él, porque lo hace más humano, lo hace más. Me gusta, sí. Más que todo.
Puedo, si creo, hacer que se separe el mar en dos poemas. Puedo, si creo, sobrevivir a los veintiséis preludio de los fatales 27. Puedo celebrarlo con mis amigos, hacer cosas prohibidas, sentirme un adolescente sin hora tope y con el poder de la música. Nunca, que yo recuerde, he hecho una fiesta de cumpleaños. Por eso la significancia y significado de esta fiesta, por lo que tiene de libertario y determinante. De ser Jose, declamar el nombre, restituir la emoción del niño que esperaba un agosto de lluvia y caramelos.

Celebremos la edad con cerveza y guacamole, con disfraces y música rock de la vieja escuela. Proyectemos obsesiones en la noche, deshagámonos en salivas y brindis y salivas.

2 comentarios:

  1. Tengo veintiséis, sé lo que se siente jajaja. Me ha gustado leerte. Escribes bien.

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  2. Gracias, Sarah. Parece que los 26 pintan bien ;)

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