8 de febrero de 2020

En esto ando

Quien aún tenga a bien asomarse a esta Boca del Infierno en que se convirtió el blog hace años (un infierno gélido y solitario, pero un infierno al fin y al cabo) sabrá que estoy constantemente involucrándome y desvincularme de proyectos literarios (de los propios, quiero decir), no sé si por inconstante o por constante de más.
El tema es que estos recuentos a los que me someto de vez en cuando me traen en ocasiones sorpresas loquísimas, como novelas perfectamente arrancadas que un día se vieron apartadas a un segundo plano hasta languidecer en la sombra. Algunos de esos proyectos los he llegado a olvidar hasta que un día, como de la nada, encuentro un documento de textos o unas hojas impresas que apenas recuerdo haber escrito.
Si no me falla la memoria, la última vez en que me sometí a esta experiencia fue hace más de seis años. En este tiempo algunos proyectos han caído, otros han nacido e incluso se han completado. Empiezo hablando de los proyectos firmes en los que ando trabajando últimamente (este últimamente es muy flexible, puede referirse a años), y después analizaré el estado o el qué fue de aquellos planes de hace seis años:

Tarde y mal: Mi primera novela adulta. A partir de dos ideas muy distintas entre sí, una sobre la plaga de soledad que está asolando en la era que vivimos, la otra sobre el mundo de la precariedad laboral y los call centers, he tenido a bien conformar este proyecto de novela sobre dos mujeres, madre e hija, que deben reaprender a relacionarse en un punto de sus vidas en el que es difícil redefinirse. Tengo escrita la primera parte, que es una suerte de prólogo, y fragmentos de la segunda y tercera partes. Se trata de un proyecto ambicioso tanto en fondo como en forma, una novela política y, deseo, esperanzadora. Tras el arranque de la escritura he parado en seco: tengo muchas lecturas pendientes antes de seguir: Roedores de Paula Bonet, Tierra de mujeres de María Sánchez, Lo que no tiene nombre de Piedad Bonet, Fierce attachments de Vivian Gornick, The lonely city de Olivia Laing, The year of magical thinking de Joan Didion... Cuando tenga mis lecturas procesadas, podré seguir con la escritura, ya que formalmente aún le tengo que dar muchas vueltas.

hombres: un libro de poesía. ¿El primer libro de poesía? Al fin, diría yo. Una mirada sobre lo masculino, sobre mi experiencia con lo masculino y desde lo masculino. No es la primera vez que trato de escribir poesía, aunque no creo que haya dado con la tecla aún. Nunca he sido un buen lector de poesía, ni de lejos como de narrativa, de modo que me resulta mucho más difícil armar todo un libro. Tengo un poema buenísimo, creo, para cerrar el libro, pero el resto no está a la altura. Son textos que he escrito en los últimos siete o ocho años de mi vida, de modo que la cohesión es otra de mis preocupaciones. Probablemente necesite tiempo y mucho trabajo.

Mansión Pesadilla: este proyecto responde a un impulso. Se me ocurrió mientras paseaba a Truman frente a una casa vacía que hay en mi calle qué podría ocultar un edificio abandonado, y se me ocurrió que era el punto de partida perfecto para un libro infantil, y pensé más, para un libro de poesía infantil (sin ser yo nada de eso). Creo que, una vez me ubique y entre en el juego, puede dar buen resultado. Me lo planteo como un juego sin demasiadas pretensiones, la verdad.

La traición de Wendy: mi primer libro publicado cumple diez años, y lo hace ni más ni menos que devolviéndome los derechos sobre el mismo. Hace dos semanas volví a releer la novela por primera vez en más de un lustro, y hubo cosas que me fascinaron, otras que me gustaron menos, pero sobre todo me convenció de que es el momento de aplicar lo que he aprendido en estos años para darle un lavado de cara y tal vez hacerle el homenaje que se merece y encontrarle una nueva casa, e incluso traducirla al inglés y probar suerte en el mercado anglosajón.

La extinción de los dinosaurios: lo incluyo en este apartado aunque la novela está acabada, revisada y requeterrevisada, aunque sigue sin publicar. Creo que se trata de un libro muy puro, mágico, aunque con un tono complicado para colocar a una editorial. También creo que es el trabajo al que más unido he estado, a cuyos personajes más he querido. Esta epopeya de viejos con superpoderes ha ocupado tanto mi tiempo que le surgió una continuación in the works y una precuela poco oficial.

Cazar un dinosaurio: continuación no-continuación de La extinción de los dinosaurios. Cuando acabé de escribir la primera, me di cuenta de que era incapaz de pasar página; tenía que escribir más sobre mis Dinosaurios. Además existía un problema con el primer libro: todos los protagonistas eran hombres. Esta segunda entrega arranca como una continuación no velada del primer libro, aunque narra una historia nueva, y acaba transformada en algo muy distinto. Tuve una idea bastante potente que me permite no vivir de la nostalgia del primer libro, sino experimentar algo nuevo que a nivel narrativo aún no he hecho. Creo que la llevo por algo menos de la mitad, pero es un libro que arrancó con mucha fuerza y lleva varios años estancado. Supongo que hasta que me diga aquí hemos llegado.

El portugués: otro proyecto que en estos años ha nacido y se ha completado prácticamente. Esta novela infantojuvenil es mi carta de amor a Lisboa. Escrita a ritmo fugaz, narra la historia de un chaval español arrastrado a una Lisboa mágica donde debe aprender a la fuerza las tradiciones e idiosincrasia portuguesas si quiere sobrevivir. Lo curioso del proyecto es que escribí la novela en español con la idea de traducirla al portugués y publicarla aquí. De momento la traducción va a medias, y le haría falta una revisión potente.

Escuela de asesinos: novela juvenil que comenzó como un fósforo, ardió con mucha intensidad y quedó en la carpeta de los diez proyectos similares que manejo. En este caso, una escuela para adolescentes cuyas familias han enviado para que aprendan todo lo que hay que saber para convertirse en letales asesinos. No es original, pero puede ser divertida. Apenas la he tocado, sólo arranqué el primer capítulo.

Jándula: novela de vampiros ambientada en la sierra de Jaén. Uno de los proyectos que con más insistencia ha resonado en mi mente, aunque ni siquiera he comenzado a redactarlo. Estoy convencido de que, a la larga, lo escribiré.

Si llueve... : Hace doce o trece años concluí y gané un premio con una novela corta que en realidad se trata de una revisión del relato "La lotería" de Shirley Jackson. Como no se llegó a publicar más que en una edición no venal, he pensado que ha llegado la hora de darle una vuelta y escribir otra novela corta de terror, y publicarlas como una doble sesión de cine en alguna editorial especializada como Saco de huesos o Dilatando mentes. Tengo una idea vaga sobre unas personas encerradas en un ascensor, pero nada definitivo.

A Road Novella: un proyecto que nunca he descartado, pero tan irregular en mis intentos por seguir y tan diametralmente opuesto de mi forma de entender el mundo ahora que no me reconozco. Sólo lograré sacarlo adelante con un giro de concepto, y no tengo ni idea de qué idea tuve hace cinco años sobre la novelita que me resultó tan revolucionaria.

Queridos niños: el que otrora fue caballo de Troya de la casa sigue en standby indefinido. Se trata de una novela demasiado compleja y ambiciosa que no sé si sigue teniendo sentido. Siento que es otro hombre y otro escritor el que contempla Queridos niños desde 2020.

Los siete eternos: en 2015 publiqué El Desencantador, y aunque entonces tenía en mente dos posibles proyectos relacionados o ubicados en el mismo universo que aquella novela de Damián Collado, No me la planteo, aunque si mal no recuerdo comencé a escribirla, y la presentación de los protagonistas dejaba varios detalles interesantes.

En el desván: con esta novela infantil de magia y brujas me ha pasado algo curioso. La había olvidado por completo hasta que en mi última visita al pueblo encontré las páginas que llevaba escritas impresas y poco a poco fueron llegándome fogonazos de lo que en su día había imaginado, aunque con tantos cabos sueltos que no creo que la retome.

Librojuego: completamente olvidado y abandonado. Ni siquiera sé cómo me lo planteé.

Aprovecho para señalar que estos son sólo los proyectos de libros enteros, esto es, aquellos que implican un compromiso a medio y largo plazo. Además, arranco el año con la intención de escribir más relatos, que lo tengo paradísimo. Ando justo con dos recién nacidos, a ver si me lanzo de nuevo a antologías y premios.

3 comentarios:

  1. Gracias por actualizar. Te leo desde la etapa de El cuentacuentos. Cuídate mucho y bien, ánimo con estos (u otros, los que sean) proyectos :)

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  2. Gracias a ti por seguirme a pesar de los silencios :)

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